sábado, 15 de agosto de 2015

Es que a mi me gusta escribir...

A mí siempre me ha gustado escribir. En Sagrado, siempre había actividades que nos estimulaban la creatividad. Ya fuese en la Semana de la Lengua Española, el English Carnival (uno de mis días favoritos) o la Semana del Descubrimiento. Las competencias de oratoria, de Spelling Bee (mano, en eso yo estaba dura), de dibujos. Esas eran las cosas que a mi si me motivaban en la escuela. Yo realmente no tenía ningún interés en el material educativo como tal. Me aburrían. Pero esas actividades, que tenías que salirte de la normativa, de la caja, esos eran los momentos en que yo me fajaba y brillaba alguito.  

No es por lucirme, pero siempre andaba ganándome libros por cuentos que escribía para estas semanas, y casi siempre todo el mundo se sorprendía. Es que yo jodía con ganas. Era bien bien inquieta, así que asumo que la gente pensaba que yo no podía hacer otra cosa que hablar o correr por la escuela.

En Kinder, para la Semana del Descubrimiento, no pusieron a inventarnos un cuento. Como no podíamos escribir como tal, Tuti (la maestra) nos grabó los cuentos en un cassette y los sometió así. Recuerdo que nos premiaron en la cancha, tempranito en la mañana. Cuando llamaron a los niños de Kinder, anunciaron a Lizzie, Javier Castillo y a mí. Yo estaba tan asombrada como el resto de las personas. Me habían regalado un libro. Mi primer libro: Federico se hizo pis. Era de este niño que comenzaba la escuela, y que estaba muy nervioso y se orinó en el salón. Me parecía increíble que no solo me habían regalado un libro, sino que también era un libro cochino, porque el nene se había orinado, y eso me encantó. No miento si les digo que leí Federico se hizo pis unas 100  veces. Aún lo conservo, en una de esos baúles de recuerdos que tiene mami en casa.

Mami guardaba todas las cosas creativas que yo hacía, y aún tiene muchas.
Su orgullo mayor fue un cuento que hice para la Semana del Descubrimiento en 4to grado. El cuento, evidentemente, lo tiene guardado y de vez en cuando me recuerda “ese cuento que tu escribiste del indio Yuca Buena”.

Resulta que nos mandaron a escribir un cuento cualquier tema que tuviese que ver con nuestra cultura. Yo decidí hacer un cuento sobre una familia de indios taínos que habían logrado sobrevivir todos estos años en un pequeño pueblo escondido es Puerto Rico, y son encontrados por casualidad por unos niños modernos. El cacique se llamaba YucaBuena, y es quién lleva a estos niños por toda la aldea enseñándole los artefactos que ellos utilizaban. Cuando Miss Santa Rosa nos mandó a escribir, yo escribí, y escribí y escribí. La clase ya se estaba acabando, y todos los niños habían entregado menos yo. Ella ya estaba media desesperada porque no me tenía nada de paciencia. Nada. Ni ella ni Miss López de 2do tuvieron paciencia conmigo. Es más, ya en 4to año, cuando era del Fire Drill y me tocaba pasar por 2do a explicarles a los nenes que hacer o a dirigir el Fire Drill, siempre me miraba mal. Y esto no me lo estoy inventando. Esa señora no podía verme ni en pintura. El 4to grado me lo pasé al frente, sola en mi pupitre, porque “ella es muy inquieta y me descontrola el grupo”.

Cuando terminé el cuento, le entregué 7 páginas. Yo asumo a estas alturas, que un cuento de 7 páginas, escrito por la niña más inquieta del salón, era algo inconcebible. Ella estaba bastante asombrada de que yo le hubiese entregado 7 páginas. Es más, Mariné, que era la niña modelo, el ejemplo a seguir, no había hecho mas que cuatro. Yo solo le dije “es que a mí me gusta escribir”. Realmente ella no sabía nada de mí, y tampoco creo que tuviese interés alguno en saber nada de mí. Como les digo, siempre me tuvo sola en el salón.

Los cuentos no los premiaban los maestros de uno (gracias a los dioses del Olimpo), sino que había un comité que evaluaba los escritos, y había que usar un seudónimo.
El día de la premiación, comenzaron a llamar, por orden, de tercer a primer lugar. No recuerdo quienes ganaron el segundo y el tercer lugar. Solo sé que cuando dijeron “Primer lugar: Lyrsa Torres” a mí me dio una alegría indescriptible. Primer lugar! Primer lugar! Antes que Mariné, que Yeisa, que todos los niños de los cuales me tenían sentada aparte, porque yo los dañaba. Yo fui y recogí mi premio. Era un libro sobre historia para niños de 8-10 años.

Al final del día, nos devolvieron los cuentos y yo se lo llevé a mami. Mami tampoco me tenía mucha paciencia, pero a ella sí que no le quedaba remedio y tenía que bregar conmigo. Se lo entregué con el cuento y me preguntó “Que es esto?” “Pues mija, un libro y un cuento. Que Miss Santa Rosa nos mandó a escribir un cuento por la Semana del Descubrimiento y hoy dieron los premios y me lo gané. Primer lugar”. Mami se quedó pasmada. Ella sabía que yo era creativa, pero siempre estuvo cuestionándomela. “Pero…primer lugar? Antes que Mariné?” “Que sí! Que ella no ganó nada. Que fui yo. Yo creo que ella escribió como 4 páginas. Yo hice 7. Ves? 7 páginas. Y me gané eso. Me llamaron delante de toda la escuela”. “Pero, esto te lo dio Miss Santa Rosa?” “Claaaro que no! Tú sabes que ella a mí no me quiere. Eso fue otros maestros, y no tiene mi nombre. Tiene uno de esos nombres que le dicen seudónimo. Tú sabes lo que es eso? Es un nombre que no es tu nombre, así que no saben que realmente lo escribió quién lo escribió. Yo creo que también por eso gané, porque nadie sabía que yo era yo”. Mami leyó el cuento y me preguntó que de donde había sacado esa historia. Le dije que de mi cabeza. Me preguntó que si todo todo lo había escrito yo. Que como había escrito tanto. Le dije lo mismo que a Miss Santa Rosa “mami, es que a mí me gusta escribir”.

Al otro día mami fue a la escuela hablar con la maestra. Ella pensaba que yo me había llevado el libro de algún lado y que todo era una mentira. Miss Santa Rosa le dijo que si, que efectivamente yo había llegado primer lugar. Que me había ganado el libro. Que los había escogido un comité (asumo que como que diciéndole que ella no había tenido nada que ver ahí). Mami se fue bien contenta. Tuvo el cuento dos semanas en la cartera, y cada vez que tenía break. Lo sacaba y me hacía leérselo en voz alta.

Después de eso, mami me puso en cuanta cosa creativa había los sábados por ahí para mí. Ballet (que lo odiaba porque tenía que madrugar, y prefería bailar jazz que ballet), modelaje (es evidente que estas clases NO funcionaron a cabalidad), clases de dibujo, de pintura, Girls Scouts; porque lo académico nunca fue mi motivación. Le tenía tanto repelillo a la escuela, que mami me ve ahora estudiando, leyendo, hablando súper motivada de mis clases y me dice “de cuando acá tú eres así de aplicada?”

Todavía tiene ese cuento en mi caja de “cosas de la escuela de Lyrsa”. En esa caja esta también el comic de Beowulf que hice en cuarto año, la pascua con tela de saco y escarcha de 2do grado. Los angelitos de cerámica que pinté en Guatibirí, mis libretas de Estudios Sociales porque siempre fueron las más limpias y organizadas y las cintas de “Participación” de los Field Days. En eso nunca fui buena, en los deportes. Ni halando la soga que era en corillo.


Hace como 3 años, tuve que coger inglés en la UNE. Me pusieron en inglés avanzado. Yo estaba súper motivada porque pensé que volvería a leer los clásicos: Shakespeare, las hermanas Bronte, Poe…pero no. La profesora era más o menos contemporánea conmigo. Pensé que podíamos clickear porque ella había estudiado sicología en la UPR y su hermana antropología. Pero no fue así. El segundo día nos mandó a leer “Thank you ma’am”. Cuando nos entregó la lectura y la vi, levanté la mano y le dije “excuse me, I read this on the 9th grade” y me dijo “well, read it again”. En ese momento sabía que no había chance, esta era otra Miss Santa Rosa. En las clases subsiguientes, nos mandaba a escribir cosas. Un cuento, un discurso homenajeando a alguien. Siempre decía que escribiéramos dos párrafos o tres. Pero yo nunca le hice caso. Siempre escribía 2 o 3 páginas. Había siempre que leerlo frente a la clase. Siempre ponía cara cuando yo me paraba a leer lo mío. Siempre eran cosas bastante graciosas. El día que había que homenajear a alguien que admiráramos, yo hice un discurso cómico homenajeando a Will Ferrell. Todo el mundo estaba muerto de la risa, menos ella. Al final me dijo “You seem to like comedy”. Yo quería contestarle “No shit!”, pero le dije que “I just like to write”. Pasaron los años, y un cuento que escribí para la clase de “español avanzado” que tomaba justo cuando tomaba ese inglés, y en la cual teníamos que escribir todo el tiempo, va a ser publicado en una revista próximamente. Me gustaría encontrármela y contárselo, para después decirle "Es que a mí siempre me ha gustado escribir”. 

Esta soy yo en 4to grado, para la iniciació de Las Hijas de María. No me veo muy creativa, tampoco me gustaban las fotos (lo ven en mi cara...de hecho ese día lloré porque mis compañeras me dijeron que yo era fea...for real).

En esta estamos Melanie, Yo, Nana y Mariné en el Field Day de Kinder. Como pueden ver, todas están forradas de cintas...yo no tengo na. Evidencia que los deportes no eran lo mío. Es mas, mami siempre me preguntó por qué yo me ponía a participar si nunca ganaba nada. Yo le decía "para tu colección de Cintas de Participación".


martes, 28 de julio de 2015

Abuela Carmita y su corned beef frito con cebollas...

Todo el mundo piensa que yo me parezco mucho a mami, pero realmente a quién me parezco es abuela Carmita, la mamá de papi. Quizás no en el físico, pero estos bracitos son “pura Carmita” según mami.
Abuela era todo un personaje, como yo. Carmen María Eugenia Morales Roldán, nació un 16 de junio de 1917, en Cayey, la tierra de Wisin y Yandel, algo que le daría una vergüenza terrible. Siempre me contaba cuando venía un huracán, fenómeno atmosférico que ella adoraba, que cuando ella era pequeña y vino San Felipe, veía desde la casita de madera en que vivía, como el huracán se llevaba volando sus únicas dos muñecas de trapo. Me contaba esta historia con una fascinación, y yo solo pensaba en muñecas volando y enredándose en los árboles.
Cuando era pequeña, abuela vivía en la casa de Valencia, y era quién me cuidaba. La rutina era que papi y mami me dejaban al amanecer de Dios allí, y después al caer la tarde pasaban a buscarme. Durante la mañana, abuela me daba café, algo que era totalmente innecesario cuando uno tiene 3 años. También me daba buches de arroz crudo, para que fortaleciera los dientes. No sé de donde ella sacó esa idea loca, pero por muchos años, me echaba buches de arroz crudo en la boca porque abuela me los daba y para mí, eso era bastante normal.
Abuela jugaba conmigo a las mamás. Ella era la hija, y me decía que se quería ir a jugar a la calle e ir a la playa. Yo, aparentemente de toda la vida, le tenía miedo a la playa y al mar, y le decía que se fuera sola, pero que si se ahogaba no era mi problema.
Abuela tenía un semi pretendiente en la urbanización, Don Alberto. Don Alberto pasaba todas las mañanas a saludarla, y me daba 30 chavos para comprar dulces en Nenuco. Nenuco realmente se llamaba Aníbal, pero por alguna razón, abuela le puso Nenuco, y se quedó así. Ella como yo, o Michael Scott, siempre buscaba un sobrenombre para poder identificar a la gente. Nenuco, el Ñamecito, la Salchichita, y por ahí seguía. Don Alberto tenía un tick en el brazo después de un derrame que le dio. Yo le preguntaba a ella si Don Alberto era su novio, y me decía que si se iba a buscar un novio, se buscaba uno que pudiese con ella, y estuviese en mejores condiciones físicas. Abuela era brava!
Abuela tenía un gran parecido con Lolita Lebrón, pero era más penepé que Ferré, así que decirle que se parecía a Lolita era un insulto de gran escala. Penepé y Testigo de Jehová.
Sus frases eran “Eso está de los más cinco y diez”, “Ay madre del verbo” y “ay Jehová”.
Abuela me llevaba con ella hacer compra al Conchita, que ahora es un Plaza Loiza, ahí en la Barbosa. Ibamos con un carrito de compra de esos de viejita que ella tenía. En la ida, me llevaba dentro del carrito, pero ya a la vuelta, tenía que venir caminando. Claro, que de regreso siempre parábamos en Las Babitas a comer pollo. Las Babitas era un chinchorro que vendían cajitas de pollo con papas. Abu le decía Las Babitas porque y que las papas eran mongas y parecían babas.
Abuela comía cerdo todos los días, esa fue una de las razones para su gordura. Tenía unos brazos bien bien mulliditos, y les colgaba el chichito, que yo me pasaba jugando con él y a ella le molestaba. Yo le decía “ay abuela, es que tú tienes los bracitos tan gorditos y blanditos que a mí me gusta apretarlos y jugar con ellos” a lo que ella me decía “mira nena, yo no soy muñeca para que juegues conmigo, y menos con  mis brazos”. Ahora, que he heredado sus bracitos mulliditos, odio que me vengan a jugar con el bracito y el chichito.
La cuestión del cerdo era un problema para nosotros. En casa eran adventistas, y le tenían terminantemente prohibido darnos chuletas, jamón, tocineta, o cualquier derivado del cerdo. Pero abuela no hacía caso. Nos hacía unas chuletas fritas más buenas! Cuando mami llegaba en la tarde, me preguntaba que había comido. Siempre le decía “chuletas”, aunque fuera mentira, solo por verla ponerse histérica con que íbamos a ir al infierno.
Abuela, luego de muchos muchos años, se encontró con Angélico, que fue su primer novio según cuenta la leyenda. Le pidió matrimonio, ella dijo que si, y se casaron en la casa de Valencia. Yo tenía 4 años, y me iban a matricular en Lourdes, pero como abuela se mudaba para Cupey, me pusieron en Sagrado, con mis hermanos. Creo que fue lo mejor. Yo no me imagino siendo yo, y no haber estudiado en Sagrado.
Recuerdo la primera vez que fui a la casa de Cupey. Estaba completamente anonadada, porque Angélico, en la pared de su oficina, tenía un cuadro de una mujer vestida con un traje de luces de torero, y con una teta por fuera. Me paré frente al cuadro junto a papi, agarrándole la mano y le dije “Papi, que tu vez en el cuadro?” y me dijo “Pues mama, yo estoy viendo el traje de la torera”. Yo le contesté bien segura “Pues yo le estoy viendo la teta. Tu no la vez? Por qué Angélico tiene una mujer con la teta por fuera en su oficina?” Papi como siempre, no supo que responder, y le pegó un grito a mami. Cada vez que iba a la casa de Cupey, tenía que ir a la oficina y mirar el cuadro.  
Ahora que abuela era una señora casada, todo cambiaba. Ya no me quedaba tanto con ella, así que cuando lo hacía eran los mejores wikenes del mundo. Me llevaban a Buchannan hacer compra los sábados, porque Angélico fue mayor del ejército. Después de hacer compra, me llevaban a Toyland, a comprar Barbies. Yo quería Hot Wheels, pero abuela no tranzaba. Si no eran Barbies, muñecas, pero nunca carritos. Eso era de mari-macha. También me llevaban a comer al Ballroom.
Abuela me hacía darle sobos con alcoholado en los tobillos, y me dejaba peinarla. También me hacía la corned beef más rica del mundo. Ella le ponía un poco de aceita al sartén, le echaba cebollitas y sofreía la carne. No le echaba salsa, ni papitas, ni vegetales. La carne pelá, con cebollitas. No suena apetecible, pero a mí me encantaba. Con arroz pegao’. Después que murió, nunca más he podido comer corned beef, ni haciéndola como ella.
Abuela me regaló de navidad una muñeca negra. Le pusimos Bizcochita. Abuela me dio un bofetón cuando yo tenía como 10 años, porque no me quería bañar, me quería quedar jugando con los nenes y los Hot Wheels que me había prestado. Me dijo que eso estaba feo, y yo le dije que no. Y que no me iba a bañar na’.  No se me olvida ese bofetón. 23 años después, sigo sobándome el cachete.
Abuela no quería que yo jugara con Mariví, porque jugábamos basketball y pensaba que “la hija del cubano” era mala influencia, sin entender que era yo. También cuando pasaba mucho tiempo que no la llamaba, cuando hablábamos me decía “Muchacha, tanto tiempo! Como te fue en tu viaje por el África?” Abuela era bold, loud y su sentido del humor era tan negro o más que el mío.
Abuela tuvo problemas con la rodilla. El sobrepeso fue devastador para ellas. La operaron, pero no pudo recuperarse bien. De ahí surgieron miles de complicaciones. El fin de semana que murió, yo me quedé en casa de una amiga porque había un party, y no pensaba que jamás la iba a volver a ver. Ese lunes me llamaron a casa, a decirme la noticia. Estaba sola. No sabía qué hacer. Lloré, sola, y bastante. Pude haberla ido a ver, pero el party pudo más. Durante todo el velatorio me mantuve fuera de la capilla, con la excusa de que estaba velando a los primos más pequeños. Pero simplemente no quería verla ahí. Cuando salimos al cementerio, internalicé que that was it, porque a mi primo Abel le dio un ataque, de lo que hoy entiendo que fue de pánico, y la realidad me dio. Que ya no la iba a ver más. Comencé a llorar. No paré hasta llegar al cementerio. No me bajé del carro. Nunca he ido a la tumba.

Después de unos meses, encontré un baúl en el cuarto de los tereques en casa. Le pregunté a mami que era. Las cosas de tu abuela. Las vamos a repartir en unas semanas. Esa tarde papi y mami salieron hacer cosas. Estaba sola. Era el momento de abrir el baúl y ver que había ahí. Encontré documentos, fotos, sus abanicos, prendedores, sortijas (incluyendo la que me había prometido. Su sortija de graduación. Era su orgullo, porque después de adulta había vuelto a la escuela y se había logrado graduar. Yo le había dicho toda la vida que quería esa sortija, y me dijo que no me la podía dar porque tenía los dedos tan gorditos, que la sortija no salía. Cuando entró al hospital rebajó mucho, y la sortija pudo ser liberada) y una cartera de guardar gafas. Abuela siempre tuvo gafas fabulosas. Me encantaba ponérmelas con los collares de perlas que tenía en el joyero en forma de pagoda que yo heredé. Abrí esa cartera de gafas, pero no había gafas. En cambio, había dos bollitos de papel de servilleta. Los abrí poco a poco, pensando que eran unas pantallas valiosas y que había que tratarlas con cuidado, o algo que requería cuidado por todas las capa de papel que lo envolvían. Cuando por fin llegué a la última servilleta, descubrí que no eran prendas, ni nada parecido. Era la caja de dientes de abuela. Di un grito salvaje del susto. No porque había encontrado una caja de dientes, sino porque nunca me pasó por la mente que abuela usara cajas. Nunca la vi quitarse la caja de dientes, ni ponérsela, ni lavarlas. Aunque si había visto las de Angélico. Esa fue la última broma que me gastó abuela, desde el más allá. 

Ya no recuerdo su voz, pero si sus chistes. De vez en cuando yo le digo a la gente, que se ven "de los mas 5 y 10", pero nadie entiende. 


Abuela y yo, una navidad en casa de tio Frank. 
Con sus collares, los espejuelotes y su sortija de graduación.
Aún conservo ese abrguito que tengo en la foto. Cuando lo veo, recuerdo a abuela.  

Autobiografía (2011)

Lyrsa María nace en Santurce en el 1981. Es la tercera de sus hermanos, siendo la única niña y con una diferencia de 9 y 13 años entre ellos. Creció entre adultos, libros, la locura culinaria de su padre, los regaños constantes de su madre, y las artes. Comenzó a hacer sus pininos culinarios a los 7 años, tratando de hacer unos pancakes de desayuno, que a pesar de que se le quemaron, su padre se los comió con mucho halago. A partir de ese momento nació una curiosidad por lo que ocurría en ese pasillo largo de la casa, y decidió salir muy pocas veces de él, y las que lo hizo, no daba pie con bola. A los 11 años ya cocinaba para la familia, y adquirió el derecho de quedarse sola el verano en casa, así evitando los malos almuerzos de los campamentos de verano. A esta edad comenzó a engordar, porque todo lo que hacía se lo quería comer, pero era una gordita feliz. A los 13 años ingresa a las Niñas Escuchas, que la lleva a descubrir cómo hacer un desayuno en una lata de galletas Export Soda y bistec. Durante su adolescencia se dedicó a inventar, tanto en la cocina, como en el arte y la literatura. Ya en la escuela superior hacia pequeñas cenas para sus compañeros de clases, lo cual creó el Club Gastronómico de La Pandilla, que se reunía en Hato Rey, en el apartamento de su mejor amiga Verónica, para disfrutar de paltos desconocidos y ver películas B. Al llegar a cuarto año, influenciada por amistades, decide solicitar a la Escuela de Drama de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras, al cual es aceptada con el agrado de su madre, porque pensaba que no iba a poder entrar ni si quiera a Generales por esta cocinando o escribiendo, y con la pena de mi padre porque la nena iba a ser actriz. Al entrar a esta nueva etapa utiliza sus dotes culinarios para saciar el hambre de compañeros de estudio durante largas horas de finales, o para bajar las borracheras de los jueves pre sociales en El Refugio. Obtiene su primer trabajo formal como secretaria legal en un bufete de abogados, sin tener la más mínima idea de lo que es una minuta o un sello de Colecturía. Esta un año en él, haciendo sus almuerzo a diario ante la envidia de su jefa que no podía ni freír un huevo, por más que Lyrsa trato de enseñarle cuando le hacia babysitting a sus nenes. Luego de esto consigue trabajo en Iberia, Líneas Aéreas de España, la cual la lleva a viajar a lugares solo vistos por ella en libros y películas y a disfrutar de la cocina internacional. Su hermano Fernando viene de vacaciones a Puerto Rico, con amistades de Etiopía e Irán, las cuales hacen una cena y Lyrsa descubre la comida árabe y etíope, de la cual queda fascinada. Comienza a darse cuenta que el drama es un arte hermoso, de mucho sentimiento, pero que ella no podía con eso de pararse frente a la gente y hablar. Aconsejada por su profesora de Historia, decide intentar la Antropología, ya que “esto de la historia se te da bien, te gusta leer, y pienso que serias buena”. Se cambia a la Facultad de Ciencias Sociales. Comienza a perder peso, pues entiende que puede comer de todo sin ser una afrentá. En su primer viaje a Madrid descubre las tapas, siendo los pinchitos de cordero de La Cueva del Secreto, junto a la sangría, su tapa favorita. También prueba los Kebabs del Bósforos, en la parada de Lista, Línea 4, y no le gustan, le caen mal. Hace varias amistades en el aeropuerto que disfrutan de las artes gastronómicas como ella, y comienza a visitar diferentes restaurantes en la isla. Hace su primer viaje a Italia en el 2005. Visita Nápoles, Florencia, Perugia y Roma. En Nápoles descubre que nunca debe pedir una pizza “Sorpresa”, ya que tiene lo que el chef quiera, incluyendo berenjena, que no come, y un pelo. También que en Italia se come: Antipasti, Primi y Secondi. En Florencia descubre el Prefix menus para los turistas, lo cual les permite pedir, a ella y a sus compañeros de viaje, varios platos por bajo costo y diferentes gamas de sabores. De Perugia conoció la pizza de patatas y en Roma que cerca de los sitios turísticos no se come, que ir a cenar a las 7 de la noche es muy temprano, el Saltimbocca a la Romana, que la salsa carbonara lleva huevo y el café expresso. Decide buscar una nueva oportunidad de empleo, y es contratada en Continental Airlines. Es aquí cuando en un Acción de Gracias hace su primer pavo para sus amigos, los cuales quedan encantados por el relleno y las papas a la crema. Esta nueva oportunidad de empleo la lleva a diferentes puntos de los Estados Unidos, principalmente New York, del cual se enamora perdidamente por su gran variedad cultural, y su infinidad de opciones gastronómicas. Es en New York que prueba por primera vez la comida hindú, la cual rápidamente se convierte en su favorita, la cual la hace cometer la locura de en cada viaje, regresar con comida hindú congelada. Conoce a una persona importante en esta ciudad, que la hace regresar mensualmente a la ciudad y la lleva por diferentes restaurantes de amplia gama gastronómica. Es seducida por el Lychee en un restaurante tailandés, maravillada con la comida vietnamita, y satisfecha con la pizza de $1 de la guagüita de la esquina en Hell’s Kitchen. Luego de varios viajes y mucho pensar, decide que finalmente va a hacer lo que le gusta, lo que siempre le ha gustado desde que tenía 7 años, a pesar de faltarle un semestre para completar su bachillerato en Antropología y un “minor” en  Estudios del Género y la Mujer, irse a estudiar artes culinarias. Apoyada completamente por su padre, y con el disgusto de su madre, se matricula en la Universidad del Este, para comenzar su carrera en Artes Culinarias. Es fanática de Top Chef, Survivor y Amazing Race, aunque no tiene televisor en su cuarto o servicio de internet para poder verlos en la computador. Sigue siendo apasionada por la lectura destacando a Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Horacio Quiroga y Charles Bukowski como sus autores favoritos. A pesar de que le gusta el cine, ya no lo visita, pues el constante chachareo de  la gente la distrae y le molesta. Su nuevo pasatiempo es su sobrino, queriendo regalarle una cocinita para navidad, pero era rosita, y no quería crear caos familiar. Espera con ansías loca el momento en que el llegue a la estufa para poder comenzar a entrenarlo. A pesar de tener una sola olla, un sartén, una hornilla funcional y el horno, sigue reuniendo al nuevo Club Gastronómico de La Pandilla los domingos, ahora La Convención de Lesbianas Riopedrenses, en su casa, para disfrutar de rica comida y películas B.

viernes, 24 de julio de 2015

Mi hermano mayor

Mi hermano mayor, Ferdinand, me lleva 13 años. En casa le decimo Ferdin, pero cuando yo era un poco más pequeña, le decía Fechín, porque no podía pronunciar su nombre. Ferdin y yo, según mami, somos iguales, y por eso peleamos mucho. Ferdin y yo peleamos cada vez que el viene de visita, o yo voy a verlo, pero es mi hermano, y estoy obligada a amarlo aunque pensemos diferente. Cuando yo estaba en Kinder, ya Ferdin se iba a graduar de cuarto año. Así que mi grupo de jangueo eran sus amigos. Digamos que yo era la mascota del grupo. Ferdin siempre fue rockero, de corte semi-metálico y cocolo. Era algo bastante raro. Ferdin me enseño a imitar a Gene Simmons, pero también a Super Moncho. Lo mismo te cantaba una canción de Kiss, que una de Maelo. Ferdin tenía un Volky, del modelo Beetle, setentoso. Y cada cierto tiempo el pintaba el carro, porque le gustaba la hojalatería. Así que su Volky de momento podía se vino con flamas de fuego gris, y los meses podía estar gris completo. Ferdin tenía una banda, que tocaba los sábados en Lupis. Practicaban los viernes en la marquesina de casa. Todo el mundo me conocía por “la hermana del de la banda”. Se había dejado el pelo largo y se había hecho una pantalla. Tenía un parecidito a Adam Sandler en Wedding Singer. Ferdin era un lady killer, y siempre estaba enjevao’. Ferdin tuvo una novia que se llamaba Aracelis. Aracelis me caía bien, mayormente porque tenía unas boobs enormes, y me preguntaba que Ferdin hacía con todo eso. Asumo que disfrutando. Ferdin me pegó la manía de escuchar AM. Desde que se mudó a la casa de Valencia (que aclaro, TODOS mis primos vivieron en la casa de Valencia, menos Fernando y yo. El día que papi y mis tíos decidieron venderla yo sufrí un ataque de tristeza que nunca comuniqué. Yo siempre quise llegar a grande para poder mudarme a la casa de Valencia. Aún hoy día, después de tantos años, imagino como hubiese decorado la casa. Esa fue la casa de abuela Carmela, donde todos crecimos. Yo usé todos mis trucos para que no la vendieran, incluso sugerí que la rentaran como hospedaje porque está al ladito de la UPR, pero no. Se empeñaron en venderla. He pasado varias veces, y está totalmente descuidada. Me da una pena profunda. Las pocas veces que paso, me veo chiquita, corriendo por el frente de la casa, trepándome en la reja donde se supone que hubiese un aire acondicionado, o corriendo a casa de madrina, que vivía al lado) tuvo la manía de escuchar Radio Reloj. Por las noches, cuando mami me dejaba irme de sleepover a la casa de Valencia, escuchábamos Contacto 13, ahora Contacto Noti-uno, para dormir. Ferdin tuvo una Harley, y le hacía lo mismo que al Volky con la pintura. Mami no dejaba que él me montara en la Harley, así que aprovechábamos cuando ella tomaba siestas, para dar vueltitas a la manzana. Ferdin tuvo un Mirage, porque en ese momento no era un caco-car, pero no le duro ni 3 meses. Se lo roban y lo encontraron a la semana, por La Colectora, desmantelado. Ferdin era medio galán. Tuvo una novia de Ponce, que fue la novia más linda que le conocí. De vez en cuando él me llevaba de sleepover a Ponce. Siempre peleábamos porque él quería ir a El Triángulo a comer, y yo quería Burger King. Curioso, que casi 20 años después de eso, yo también tuve una novia de Ponce, y fuimos a comer a El Triángulo. Ella nunca lo supo, pero le dije de ir ahí porque tenía un lazo afectivo con ese lugar, y quería recordar. Ferdin fue el primero que verbalizó mi homosexualidad. Vio que le había pegado un sello de arco iris al control de mi televisor. Entró contrariado a mi cuarto, y me preguntó que si yo sabía que era eso. Yo me hice la pendeja, porque en ese momento era más fácil escapar de cierta realidades con un simple no. Me dijo que eso era cosa de patas, y que si no era pata y no quería que me asociaran como una, que botara el sello ese. Lo saqué, y lo puse en el mueble del televisor, debajo, donde nadie lo veía. Pero no lo boté. Ferdin me llevo a mi primer party de “viernes social” cuando estaba en cuarto año. Yo era bien sanana, y me dijo “que tú haces si te ofrecen un trago?” Yo le dije “pues decir que no!” Ferdin me dijo “nena no, les dices que sí. Pero solo te vas a dar uno”.  Y así fue. Me ofrecieron un fancy “Licor 43 con leche” a lo cual yo dije que sí. Creo que como yo dije que sí, mis amigas, igual de sananas que yo, dijeron sí. Esa noche muchos se dieron más de uno, y terminaron tirándose por la jalda de casa de Vanessa, y bañándose en la manguera. Ferdin me fue a buscar. Me quedaba de sleepover en la casa de Valencia. Ya en la casa, escuchando Noti-uno, me pregunto si me habían ofrecido un trago. Le dije que sí, y que había dicho que sí. Después me dijo que en los partys, podía darme un trago, quizás dos. Pero que no pasara de eso, porque después los nenes me iban a querer tocar, y él les iba tener que ir a dar, y eso era muy complicado por la edad, y que él no quería ir preso, y que no le dijera a mami que él me había dicho que bebiera. Después cuando salíamos, siempre me pedía un “Licor 43 con leche”. Ferdin me regaló mi primera copia de ¡00 años de Soledad, era su obra favorita, y yo tenía que leerla para la escuela. Después de leerla, se convirtió en mi obra literaria favorita también. Ferdin estudió muchas cosas, como yo, pero terminó estudiando Sicología, y una maestría en Trabajo Social.  De momento, Ferdin consiguió un trabajo, y se mudó para Alabama. Ferdin ya solo venía en verano y navidad, y siempre estaba con sus panas. Ferdin me dijo que si no me gustaba la universidad, que me quitara. Que hiciera un curso corto en algo que me gustara y ya. Que la universidad no era para todo el mundo. Años después, fue a mi primera graduación universitaria. Estuvo jodiendo todo el rato. Me explotó la batería del celular mandándome mensajes de que tenía hambre. Que quería ir al Hamburguer y darse una cerveza. Ferdin me regaló mi primer pote de azafrán. El pobre infarta cuando pagó 35 pesos por 2 gramos de azafrán. Ferdin me llevaba a Six Flags cuando iba a visitarlo, escondido de la mujer. Le decía que íbamos para Atlanta, al mercado internacional a comprar especias y cosas para mi universidad, pero realmente nos íbamos al parque. Compraba las taquillas con cupones de Coca Cola para que nos salieran baratas, y solo íbamos como a 6 montañas rusas, pero a las mejores. Nuestra favorita es la de madera, porque parece que se va a caer todo el tiempo, y nos recuerda a National Lampoon’s Vacation. La última vez me hizo push out mis boobs, para que el tipo nos dejara usar el fast pass line sin tenerlo porque ya tocaba virar a Alabama, y él quería montarse en la de Superman. Ferdin se casó (y se divorció), y me dio dos sobrinos hermosos. Cuando el mayor iba a nacer, estaba pasando por una ruptura amorosa, y le dije que si de casualidad era nena, no le pusiera ********* porque eso era nombre de cabrona. Me dijo que no me preocupara. Antes que naciera, le tenía celitos, algo muy idiota yo teniendo 27 años. La primera vez que lo cargue, le pedí perdón. Y le dije que siempre lo iba amar por sobre todas las cosas, incluso mami, papi o mujer alguna. Y que siempre iba a tener chicle y dulces. El pequeño es más conchú que el otro, y siempre tengo que acordarle que soy su única tía, y que está obligado por ley de vida a amarme sobre todas las cosas, después de papá, Elo y Ela (papi y mami, abuelo, abuela…you guys get it). Que cuando tenga 16 años y su papá lo bote de la casa, yo soy la que va a tener que bregar con el tostón, y que si no me ama, no lo ayudo. A él le da lo mismo toda esta explicación, igual no me da besos, ni abrazos, ni me dice que me quiere. En cambio, es loco con que me lo trepe a caballito y lo salude con el puñito. Ferdin es un don papá, y se desvive por sus muchachos. Ferdin me llevó de regalo de cumpleaño a la pista de Talladega. Me dijo que me montara en el carro, que me tenía una sorpresa. Después de dos horas en el carro, estaba histérica, y le dije que virara, que no sabía cuál era el puto regalo, pero estaba harta de estar en el carro, que tenía hambre y qué mejor de regalo me llevara a Waffle House. Me tuvo que decir a dónde íbamos. Ha sido de los mejores regalos sorpresa del mundo. Ferdin me lleva a desayunar a Waffle House cuando lo visito. Siempre pedimos un Ribeye medium con huevos fritos sunny side up. Él café y yo Coca Cola. Desayuno de campeones. Ferdin llegó antier, y ese día tuvimos una peleíta, quizás es porque nos parecemos. Yo lo amo, pero no porque estoy obligada. Quizás es que nos parecemos.  


Estos somos Ferdin y yo, en Talladega. Cuano yo tenía guille de Zsa Zsa Gabor, y el de Tiburón.

viernes, 26 de junio de 2015

Cuando yo "era" Lucy Boscana...

Los otros días recordé cuando mis hermanos me decían Lucy Boscana.
Cuando yo era chiquita…bueno, más chiquita de lo que soy ahora (para el que no me ha visto en persona, yo soy fun size), todo era un drama para mí. Era tan showsera, que en casa, Ferdin me puso Lucy Boscana. Para quién no tiene idea de quién es Lucy Boscana, esta fue una de las grandes actrices que tuvo Puerto Rico en su época de oro del cine y la televisión.
Pues en casa mis papás y mis hermanos cada vez que me daba un berrinche, me decía “Lucy, te ganaste el Agüeybana!” El Agüeybana era como los Oscars de aquí. Un vez al año, la crema de la televisión, se reunían para darse premios los unos a los otros. Muchas veces Pedro Zervigón y Carmen Jovet fueron los presentadores de tan magno evento.  
También debo indicar, que cuando era un nena, estaba totalmente fascinada con los artistas de la televisión, cine y teatro (mami, siempre nos llevaba al teatro. Una vez nos llevó a ver “Puerto Rico Fuá” de Carlos Ferrari, y creo que jamás se me va a olvidar la escena de Sara Pastor vestida, o no vestida, de Eva en el Paraíso. Pero esto cuando Sara Pastor era senda jeva, y no cuando salía en “Bejuco”…si, yo siempre con mi cuestión con las mujeres mayores…También me llevaba a ver zarzuelas. Sí, mi mamá de pequeña me llevaba al CBA a ver zarzuelas. Siempre me han encantado, aunque no vaya a verlas ya). Pues yo siempre andaba pidiéndoles  autógrafos a los “artistas” cuando los veía en la calle. Ahora todo el mundo tiene celular y se tira fotos, pero a esa edad, un autógrafo era la hostia.
Un domingo abuelo Pascual, como era de uso y costumbre, nos llevó al Patio de Sam en San Juan. Abuelo siempre nos llevaba a comer ahí. Sopita de cebolla y hamburgers. Ya habíamos terminado de comer y yo quise ir al baño. Los baños de ahí eran bien chiquitos. Pues cuando llegamos al baño, estaba ocupado. Entonces nos pusimos a esperar, y de momento, que sale nada más y nada menos que Lucy Boscana del baño. Yo me quedé paralizada. Me le quedé mirando con esta cara de idiota. Mami, que estaba sorprendida porque nunca he sido persona de pocas palabras, me dijo: “mira mama, esta es Lucy Boscana”. Solo me limité a decir tímidamente “yo sé”.
Lucy Boscana obviamente no tenía idea de lo que estaba pasando. Y mami le dijo “es que ella es bien dramática, y los hermanos le dicen Lucy Boscana”. Ella se echó a reír y me sobó la cabeza, así medio con ternura y le comentó algo a mami, que no recuerdo. Estaba “starstruck”. Ella salió del baño, y a mí se me habían quitado las ganas ya. Volvimos a la mesa y le dije a mami “¿tienes un papel y un lápiz? Es para pedirle el autógrafo a Lucy Boscana”. No tenía, pero papi me dio una servilleta y su bolígrafo. Me paré y fui a la mesa donde estaba Lucy Boscana y le dije “Señora Boscana, a ver si usted podía darme su autógrafo”. Ella volvió a reírse y me dijo “Claro, y más después que me contaran que eres todas una actriz”. Me preguntó que yo quería ser cuando grande. Le dije que yo quería ser actriz, maestra, bailarina, y astronauta. Mientras me firmaba el papel me preguntó que eso eran muchas cosas, que como iba a hacer todo a la vez. Mi contestación fue muy simple. Voy a dar clases por la mañana, bailar por la noche, salgo en el teatro los fines de semana y en verano voy al espacio. Ella volvió a reír, y me deseó mucho éxito. Yo volví a la mesa y mami comenzó a preguntarme que había hablado con ella. Yo le dije que nada. Es que mami era así como media presentaita con mis cosas. Aún lo es, pero como a veces me lava la ropa y me da para gasolina, yo la dejo.

Ahora que me siento a escribir esto, me pongo a pensar en cómo a esa edad, yo tenía todo un schedule preparado para cuando yo fuera todas esas cosas, incluyendo el bailar en las noches (y no es que quería ser stripper mi gente). También pienso en que todavía soy un drama. Tan es así, que a veces cuando tengo un show montado y la gente me dice “deja el drama”, “eres una showsera”, “tu debiste ser actriz” les digo: Yo soy tan drama, que en casa me decían Lucy Boscana. 

Esta es Lucy Boscana


Esta soy yo, con Abuelo Pascual y Ferdin, practicando para cuando los paparazzi me tiraran fotos en los premios Agüeybana 

domingo, 24 de mayo de 2015

For your info...

Me gustas, bastante. Eso es todo lo que tengo que decir.

domingo, 17 de mayo de 2015

Papi...

Hoy me puse a pensar que casi nunca escribo de papi. Y papi es un tipo medio cool. Papi es una combinación física de Mario Bros con Danny de Vito. Tiene unas cejas peculiarmente grandes y bien negras, y como papi tiene el poco pelo que le queda canoso, se notan más.
Recuerdos con papi de pequeña son poco, aunque siempre ha vivido con nosotros, pero es que papi trabajaba mucho, y los recuerdos que tengo de él son mayormente relacionados a la comida o a Felicilandia.
Papi nos llevaba todos los viernes de cobro al McDonalds de la 65, el que está antes de llegar a Escorial. Pedía un caja de nuggets de 20 para él, mami, Fernando y para mí. A Ferdin le compraba Big Mac. A mí me gustaba mucho ese McDonalds porque el parquesito estaba bien cool. Tenía como un juego que era como las tazas locas, pero solo daba vueltas donde estaba. Es decir, como si te pararas y te pusiestes a dar vueltas y vueltas y vueltas. Yo salía súper mareada siempre, pero me encantaba. Hay gente que me pregunta por cual motivo me gustan los nuggets de McDonalds. Pues porque me acuerdan a Papi, a los viernes familiares, donde aún y era inocente y no andaba preguntando cosas impropias.
Papi cuando peleaba con mami me llevaba a Felicilandia, al lado de San Patricio. Ese era en mini súper low low Budget parque de diversiones que había en mi época. Como un Chucky Cheese pero bien un-safe. A mí me gustaba que pelearan porque eso significaba paseo, Felicilandia y Pizza Hut. Un día se peleó con ella, y me dijo “vístete que nos vamos”. Yo me vestí súper contenta, íbamos a Felicilandia, o eso pensé yo. Cuando nos montamos en el carro, le pregunte a dónde íbamos. Papi me dijo que era una sorpresa. Yo le dije que quería adivinar. Y empecé:
“Empieza con F?” – Lyrsa a los 9 años
“Si” – Papi cuando el pelo lo tenía más obscuro porque siempre ha sido como Homero (2 pelitos en la cabeza)
“Termina con A?” – yo
“Si”- Papi
“Tiene las letras i-e-l?” – yo muy emocionada pensando en que iba a montarme en los botecitos que estaban en la piscin llena de agua y gasolina.
“Si” – papi un poco molesto con tanta pregunta
“Felicilandia?!?!?!”
“Nena no, vamos a la floristería a comprarle flores a tu mamá”
A mí me dio un coraje, porque yo en mi inocente interés de explotarle el bolsillo a papi en las maquinitas y Pizza Hut, nunca pensé que era a la floristería que íbamos.
Papi nos llevaba a una pizzería que estaba en Santurce, en la calle Pavía, llamada Eufrasio’s. En la vida yo me he comido una lasaña más rica que la de ese lugar. Íbamos tanto, que ya los dueños nos conocían. Papi siempre me pedía una lasaña con 7up. Yo odiaba la 7up. Nunca supe porque papi siempre me pedía 7up, si a mí lo que me gusta es la Coca Cola. Fuimos a Eufrasio’s hasta que cerró. Yo estaba ya en 9no. Pero recuerdo salir de Sagrado par de veces en la tarde, ir a Tony Jordan’s en Centro Europa a leer comics, luego ir a the Smart Shop y bajar a Eufrasio’s a comerme 2 slices de pizza. Ya sabrán porque parecía una vaquita en intermedia y superior.
Papi nos llevaba mucho a Pizza Hut, lo he mencionado par de veces. Siempre nos llevaba al de la 19, que todavía sigue allí, o al de Plaza Carolina. Pero el mejor día fue cuando fuimos solos a comernos una Stuffed Crust cuando salió por primera vez. Me acuerdo que me dio $1 para que jugara Puzzle Bubble en lo que salía la pizza. Good times!
Papi me dio como 3 veces en mi vida, y ninguna fue bonita. La mejor fue cuando en San Vicente lo llamaron a decirle que estaba colgá en Español. Que siempre estaba leyendo libritos de la biblioteca en vez de leer Isla Cerrera. Así mismo como Casañas le dijo eso, así él le dijo que le abriera la puerta de la oficina de Padre Evaristo, y empezó a quitarse la correa. Sí, porque papi siempre me había dicho que como el tuviese que llegar tarde al trabajo porque la maestra lo llamaba, me iba a dar la pela en la escuela delante de todos. No me dio la pela porque Casañas no le quiso abrir la oficina, pero en casa soné como pandereta pentecostal.
Papi me dejó de hablar cuando por primera vez me hice un boy haircut. Yo tenía el pelo por la mitad de la espalda, y llegué con un cerquillo (no fue mi culpa. Quería hacer un statement, pero no así de fuerte). También se enchismó cuando me hice los tatuajes, y el septum. Papi cuando se monta en mi carro, dice que huele a barra de Rio Piedras.
Papi todavía se desespera un poco conmigo, porque yo me desespero con él. Muchas veces se me olvida que tiene 72 años. Saben cuántas veces le he explicado cómo usar el celular, Pandora, Facebook, o viajar stand by?
Mano, pero papi me cambia la batería del carro cuando se me jode. Papi me apoyo 200% en mi aventura con las artes culinarias. Papi cuando hace arroz con salchicha me invita, aunque siempre tenga que recordarle que odio el arroz con salchichas.
Papi es un tipo que siempre está bien oloroso, tan oloroso que muchas veces después que se baña en perfume, me da alergia y no me le puedo acercar. Por eso me gusta el pinito de Black Ice de los carros, me acuerda a un perfume de esos olorosos de papi, pero que no me da alergia. Sé que es un pinito de cacos, pero me acuerda a papi, no es mi culpa.  
Papi es un tipo musical. Tiene una colección gigante de LPs, y cuando era más joven, tenía timbales, congas, bongoses, piano, y demás. Papi construyó todos los arreglos de la casa de Carolina, con la ayuda de mis hermanos. Todos los sábados tenían que virar cemento porque había que hacerle un canto nuevo a la casa. Después de tomar la clase de arqueología histórica, me doy cuenta de algunos pequeños fallos de construcción, pero igual. Él se tiró todos los cambios mayores solito.
Papi es loco con los cruceros, contrario a mí. Le encanta la sopa de jamón y salchichón, pero mami no deja que la coma por los triglicéridos. Papi es un tipo serio, pero coqueto a la vez. Hay que tenerle miedo. Recuerdo estar en un taller de mecánica cuando me chocaron el carro con él, y ambos estar coqueteándole a la secretaria.
Papi no sabe que soy lesbiana. Nunca he sentido la necesidad de decírselo, siempre he asumido que él lo sabe. Un día le pregunte si había un fund para mi boda, y me dijo que no. Que cuando uno llega a los 25 y no se ha casado, los padres ya no son responsables y que si quería boda, que la tenía que pagar yo. Además, que con ese dinero había comprado el apartamento de Isla Verde, que si quería casarme, que me casara en el balcón.

Yo no sé cómo decirle a papi que me voy a Boston, ahora que lo pienso.


Estos somos papi y yo, en el 2008.

domingo, 10 de mayo de 2015

La niña sin nombre

Hace poco una amiga me preguntaba de donde habían sacado mi nombre, pues es un poco inusual. Todo el mundo piensa que tiene alguna correlación con el nombre de mi madre, que es María Luisa, pero no.  Mi nombre es de una fábrica. Si, de una fábrica de sabanas de bebé, y aquí les va la historia…

Asumo que era una noche de diciembre-enero para principios de los 80, mis papás no beben, así que no pude ser producto de una borrachera. Quizás la cuenta les salió mal, y nueves meses después llegué yo.

Siempre he pensado que fui una metida de pata por varias razones:

1-      Mi madre tenía 32 años cuando salí por el canal uterino gritando como demente, y papi tenía 39. Que en esta época eso no es nada. Es más, esa es la edad donde usualmente ahora la gente empieza a parir. Pero yo soy la tercera, y mis hermanos me llevan 13 y 9 años respectivamente.
2-      Yo estuve literalmente un mes sin nombre. Por eso es que aún hoy día, papi me presenta como la nena. Estaban tan readys esperando por mí, que no pudieron cuajar un nombre para cuando esta pichona saliera a conquistar corazones.
3-      Cuando yo llegué a la universidad, el College Fund ya se lo habían gastado mis hermanos, así que yo he tenido que sudarme la frente trabajando desde chamaquita para poder pagarme mis estudios. Y sí, me han tomado toda una vida, como diría Antonio Machín, pero me lo debo a mí. Trabajando el “turno del chillo” (este turnito es conocido usualmente por el nombre de “red eye” que es rompiendo noche. Asumo que no tengo que explicar por qué le dicen el turno del chillo), teniendo que darme de baja de clases, repitiéndolas, pero me he fajado yo solita, sin la ayuda económica de nadie.
4-      Mami ya no tenía paciencia para corre y corres.
5-      Muchos de mis juguetes, bicicletas, teresinas y demás, fueron heredado de mis hermanos. Que ya tenían 13 y 9 años de uso previo.

Mami siempre me ha dicho que ella anhelo tener una nena, para ponerle trajes, carteras y lazos. Para llevarla a las clases de ballet y modelaje. Para tener una aliada en la casa. Pero bendito, el tiro le salió por la culata. Yo detestaba los trajes y los pantyhose. No había dios griego o romano que me hiciera cargar una cartera y siempre me arranque los lazos y los sombreros. En ballet nunca di pies con bola. A pesar de tener tremendo swing, y bailar como un trompo, eso de hacer “plie” y “pasé relevé” no era mi fuerte. Tampoco quería hacer un split, yo literalmente pensaba que me iba a “split” por la mitad y me daba miedo. El modelaje fue un desastre. Yo era una salvaje. A mí me gustaba trepar palos y verjas. Correr como una demente en la escuela. Jugar pelota, baloncesto, al pillo/policía, rescate y demás. Me desesperaba que me trataran de enseñar que no debía sentarme en el piso (y lo sigo haciendo, y seguiré. A mí me gusta el piso, la grama), que tenía que cruzar o cerrar las piernas si usaba falda, y que una jovencita nunca se ríe duro. Yo soy “loud”. Un estruendo de alegría, excepto cuando me sacan de mis casillas. Ahí, ahí mejor usted dese la vuelta y déjeme tranquila, puede que le vaya mal. En fin, nunca fui o seré la “nena” que mami quería, y creo que luego de 33 años, ya ella se dio por vencida. Me da por incorregible, por violadora de leyes, por ser quién rompe la norma, tanto en casa como en la calle. Yo me le salí del molde, y ella no tuvo más remedio que aceptarlo, y a la malas.

Pero volvamos a la historia del nombre. Mami esperó con mucha ilusión a esta pichona que resultó ser todo lo que ella no quería: habladora, más inteligente que ella y papi juntos, lesbiana, que no cree en la religión organizada (“mama, tu no oras por las noches?” “no mami, yo no oro ni por la noche ni por el día. Yo de vez en cuando hablo con mi ángel, pero yo creo que él me pichea”. “mama, desde cuando tú no vas a la iglesia?” “mami, no voy a la iglesia desde la última vez que me viste en ella”), que no creo en muchas leyes/normas/reglas que impone la sociedad, y que vivo como a mi mejor me parece: respetando a los demás y respetándome a mí (si, a mí no me vengas a pedir respeto alguno, si tú no estás dispuesto a respetarme).  Y ella quería ponerme un nombre especial, algo que simbolizara toda esa ilusión que ella tenía para con ese feto que cada día crecía más y más. Que le daba mala barriga y la pateaba fuerte y constantemente (como queriendo decirle “I’m strong girl! No trates de domarme porque no vas a poder).

Mami se había decidido por varios nombres según ella, lo cual demuestra que no se había decidido nada porque cuando tú sabes el nombre que quieres para tu hijo/a, lo sabes desde que tiene 5 años y te dicen que eres nena y tienes que ser madre (yo no quiero hijos, al menos no tengo ese “baby fever” que muchas tienen. Pero si fuese a tener hijos, se llamará Sebastián Pascual, en honor a abuelito Pascual o si es una niña Aimeé Sofía, porque me da la gana).
Primero quería ponerme María Fernanda. Porque Ferdinand/Fernando son los nombres de la casa. Pero mi hermano Fernando le dijo que no, que Fernando era su nombre. Después pensó en Paula María o María Paula, porque todas las niñas se deben llamar María, en honor a la virgen (señalo que mami fue católica como 3 años, cuando era chamaquita. Después se fue a la iglesia Adventista, y después a la Presbiteriana, así que no hacía sentido eso de la virgen ante mis ojos). Pero le dio cosita porque decía que abuela Carmita se iba a molestar porque Paula era el nombre de mi abuela materna, y no sería justo. Así que estuvo ponderando y ponderando a ver qué nombre especial, para una metida de pata especial iba a usar.

Nací un 12 de septiembre de 1981, a las 6:40pm en el Hospital Pavía de Santurce, cuando Pavía era algo cachendoso, como González Padín (la tienda favorita de mami, por los siglos de los siglos amén. Nunca nada se podrá comparar con GP ante los ojos de mami). Según me cuenta, ella rompió fuente a eso de las 5:40pm. Papi la llevó corriendo al hospital, mejor dicho, volando. Porque ya vivíamos en Carolina, y la Baldorioty en esa época era una avenida llena de semáforos. Llegaron a las 6:00pm y rápido la pasaron a una sala donde estaban todas las mujeres a punto de parir. Mami me cuenta que fue al baño y que cuando se dio cuenta, ya mi cabeza estaba casi fuera. Cuando llamó a la enfermera a decírselo, las mujeres que estaban en esa sala comenzaron a gritar que “se le sale el bebé”. Rápido la metieron en la sala de parto y ella empezó a preguntar por Felo. Felo es mi papá, que estaba detrás de ella, pero como ella estaba kinda crazy with hormones and pain, le decía a la enfermera que llamara a Felo. La enfermera le decía que estaba ahí, detrás de ella. Pero ella insistía que no porque “es que él es blanco y este señor es negro”. Mi hermano, si usted ha visto a papi, sabe que él no es tan blanco ná. La tshirt que se pone debajo de la camisa es lo único blanco que tiene. Pujó dos veces y ahí salí yo. Quedándome con la sala parto y eventualmente con todo lo que pasará a mí alrededor. Me pusieron “Baby girl Torres-Vélez” en una tarjetita, y así me quedé un mes.

Cuando nací, fui la euforia familiar. Hacía años no nacía una nena en la familia. Antes de mí, viene mi prima Kathy, que estoy casi segura que me lleva unos 17-20 años (y si no es así, Kathy perdóname). Todos tenían que ver con el mucho pelo que tenía, lo chiquitita y rosadita que era la nena. Pero la nena no tenía nombre. Abuela Carmita quería que me pusieran Alika, porque era el nombre de un personaje de una novela rusa que estaba viendo, pero mami le dijo que no, que en la escuela me iba a decir Alicate. Abuelito Pascual llamaba todos los días con nombres nuevos. Todos de la realeza. Él era un avid fan de la Hola y todo lo monárquico “Ponle Sofía, como la reina de España y Grecia”. “O mejor, Carolina, como la princesa de Mónaco”. Mami seguía insistiendo que no, pero los días pasaban y yo seguía sin nombre. Un día en el pediatra estaba viendo una revista de esas de cómo ser mejores padres o algo así,  y vio algo que le llamó la atención: Sabanas de bebé, marca Lirza. Eran unas sabanitas de bebé con encajes, fabricadas en España. Luego de ver varias veces el nombre, dijo “Este es el que ‘e”. 30 días después de haber nacido, fue el registro demográfico a inscribir a la muchachita como Lyrsa María Torres Vélez, hija de doña María Luisa Vélez Orengo (que deseaba a la niña más bonita, inteligente y educada del mundo) y de Don Ferdinand Torres Morales (que solo quería que se decidieran por un nombre para no seguir llamándome “la nena”).

Nadie tiene mi nombre, de lo original que es. No hay tazas con mi nombre. No hay llaveros. Nada. Nadie sabe cómo pronunciarlo, siendo algo tan sencillo “como Lisa pero con una erre en el medio”. Menos escribirlo. Mi pobre abuela Carmita y abuela Monse nunca pudieron. Siempre fui Nilsa o Irsa. El único que siempre supo cómo era fue abuelito Pascual (igual, que si lo escribía mal, se lo perdonaba porque la tarjeta de cumpleaños, aunque estuviese mal escrita, siempre iba a tener un billete de 100 dentro). Abuelita Paulina siempre me dijo la nena. Incluso, el día antes de morir, me colaron a su cuarto en Pavía (yo tenía 10 años, y no podía subir a verla nunca) y abuela se levantó de momento, algo que no hacía en días y dijo “la nena”. Se sonrió, cerró los ojos y se acostó. Nunca más volvió a despertar. Lo último que vio fue a la nena.

Como dato final, mi madre me tiene una serie de apodos acorde con lo que esté pasando en el momento:

Lyrsa - cuando todo está normal, a pedir de boca
Lyrsa María Torres Vélez – para cuando está furiosa
Torres Vélez – cuando está bien bien furiosa
Mama – cuando quiere algo
Macuqui – cuando estoy enferma
Macuquita – si estoy bien bien enferma
Perla o Perlita de mami– cuando estoy de mal humor tirada en la cama haciendo nada (esto acompañado de un abrazo de oso y muchos besos que después me limpio)
La nena – cuando habla de mí con Papi
Mira *%&#(#$&% *#$&% @*$#$(# - cuando ha perdido la chaveta completamente, y yo también…

jueves, 26 de febrero de 2015

Proust Questionnare

Publicación original: 18 de noviembre de 2009

* Your most marked characteristic?

good humor, fun, loud
* The quality you most like in a man?
when they are respectful to women
* The quality you most like in a woman?
elegance
* What do you most value in your friends?
their support at anytime
* What is your principle defect?
talk without thinking, talking over people, making faces
* What is your favorite occupation?
cook
* What is your dream of happiness?
accomplish everything I want by myself. 
* What to your mind would be the greatest of misfortunes?
after all this last year, all my experiences, nothing can bring me misfortunes anymore.
* What would you like to be?
more awesome that I am right now. In the good sense of the word. A college professor/researcher.
* In what country would you like to live?
Spain, Denmark
* What is your favorite color?
black
* What is your favorite flower?
daisies 
* What is your favorite bird?
baby chicks

* Who are your favorite prose writers?
Gabriel Garcia Marquez, Isabel Allende
* Who are your favoite poets?
Neruda,Edgar Allan Poe
* Who is your favorite hero of fiction?

* Who are your favorite heroines of fiction?
Ursula Iguarán Buendía
* Who are your favorite composers?
Mozart, Beethoven 
* Who are your favorite painters?
Picasso y Dalí
* Who are your heroes in real life?
People that are passionate of what they do.
* Who are your favorite heroines of history?
Lately Anne Boleyn 
* What are your favorite names?
Sebastian Pascual / Aimeé
* What is it you most dislike?
I don't like when people I do not know get too friendly with me,either touching me or calling me mamita, that kinda shit.
* What historical figures do you most despise?
Francisco Franco. I just do not like him at all,even dislike him more than Hitler.
* What event in military history do you most admire?
in general, the people that get into that, willing to die....for none of their reasons.
* What reform do you most admire?
(no response)
* What natural gift would you most like to possess?
patience, understanding to other people that clearly do not think like me
* How would you like to die?
peacefully and fast, not drowning 
* What is your present state of mind?
numbness 
* To what faults do you feel most indulgent?
The one I know
* What is your motto?
anything that will happen to me, will happen, no matter how much I will try to avoid it, it will happen. 

Los Gatos

Era un día caluroso. Maquiavelo y Félix se disponían a escaparse del apartamento. No tenían más nada que hacer. Sus dueñas habían salido a trabajar como de costumbre. Era la historia repetitiva de los últimos meses. Se levantaban temprano, los saludaban y luego de un poco de mimos, desaparecían por la puerta hasta entrada la noche. Era en esos momentos en que los dos gatos dejaban el montaje y eran los mejores amigos del mundo.  Habían decidido, por influencias de Félix que era el más viejo, en no llevarse bien delante de las amas, para que siempre les dieran la misma atención a ambos.
“Si les hacemos creer que no nos queremos, siempre nos darán las mismas atenciones, para no crear “celos” entre nosotros.”  - Félix comentó al tercer día de conocerse.
“Tu crees? Yo realmente no se nada. Es la primera vez que estoy con una dueña fija. Estos primeros meses de vida los he pasado de zafacón en zafacón, y de marquesina en marquesina.” – le respondió el pequeño Maquiavelo.
Todos estos meses el plan se había logrado a cabalidad. Por el día jugaban juntos. Corrían por el apartamento. Félix le enseñaba a Maquiavelo como cazar lagartijos y cucarachas. A veces se acostaban en las camas a ronronear luego de haber comido, no solo su comida, sino la de los gatos vecinos. Se habían convertido en un tremendo dúo gatuno.  Pero por las noches, se trataban a distancia. Félix hacía como que iba a morder al indefenso Maquiavelo si se le acercaba, y este se tumbaba al piso haciéndose el muerto, como un perro, algo que Félix siempre le corregía al otro día. “No somos perros. No nos hacemos los muertos, ni nos buscamos la cola. Eso lo hacen ellos, que no son inteligentes y autosuficientes como nosotros.”
Habían estado muy pendientes de que las amas dejaran una puerta o ventana abierta, desde que encontraron a Maquiavelo enganchado entre una ventana y la reja, en plan de escape, las amas había cerrado todo. Solo abriendo las ventanas cuando ellas estaban en el apartamento. Estaba totalmente prohibido que Maquiavelo saliera. No estaba vacunado, a demás de que estaba convirtiéndose en un gato elegante, limpio, casero. Poco a poco había dejado ese porte de gato de callejón con el que había llegado, pero le hacía falta salir a la calle. Ver los alrededores de su nuevo hogar. Félix sabía que podía ser peligroso. “Si peleas y te muerden, te vas a enfermar”. Pero ya estaban cansado de pasar lo días encerrados. Querían cazar, pero en otros patios. Sentir el calor de la brea en sus patas.
Ese día las amas se descuidaron, y dejaron la puerta del patio entreabierta. “Hoy es el día. Estas niñas se han vuelto locas. Encerrándonos aquí, con la calor que hace.” Luego de comer, y abastecerse de agua. Félix y Maquiavelo salieron al patio. “Que bien se siente el fresco de la brisa. Hace tiempo que no sentía el sol en mi pelaje” comentó Maquiavelo. Comenzaron a trepar los pequeños arboles y matas que rodeaban el patio. La brisa soplaba un poco más fuerte. Envueltos en sus juego, y el disfrute de esta libertad clandestina, no se dieron cuenta que el viento cerró la puerta del patio.
“Estamos fritos” dijo Maquiavelo. “Ahora si las he enliado. Me dijo que no me saliera, que me iban a castigar con baño si me escapaba. No me quiero bañar Félix. Me rehúso! Los perros son lo que tienen que bañarse. Yo soy un gato. Somos gatos! No necesitamos baños, ni oler a flores”.  Comenzó a sentir pánico. “Y si no llegan? Si se molestan y nos abandonan? Yo no puedo vivir en un zafacón. Me han cortado las uñas, como me voy a defender si otro gato me ataca?”
“Mantén la calma chico, que todo va a salir bien.” Se limitó a decir Félix.
“Pero estás loco! Que llegan y nos ven aquí, nos castigan con baño” repetía Maquiavelo.
“Querías salir no? Pues ya. Estás a fuera. Disfruta mientras podamos, que ya yo averiguaré la forma de entrar”.
Maquiavelo respiró hondo. En parte Félix tenía razón. Ya estaba a fuera. Que más podía pasar? Poco a poco comenzó a respirar mejor. Un baño no es tan malo, y con estos calores…pensó. Comenzó a treparse en una de las palmitas que había. Quería llegar al tope, pero aún era muy pequeña y cada vez que lo intentaba, volvía al piso. Félix lo miraba, y reía por dentro. Se veía en el pequeño Maquiavelo cuando era un gatito pequeñito y travieso. Ya era viejo, un poco más sabio y listo.
Luego de estar toda la tarde correteando por el patio, trepando arboles y cazando lagartijos en la naturaleza, y no dentro de las cuatro paredes como era usual, el sol comenzó a caer. Maquiavelo había olvidado por completo que ya era hora de buscar como volver a entrar. Félix se lo recordó. “Ya es hora. Mientras tú estabas como un demente buscándote la cola, como un perro, se me ocurrió que podemos entrar por la ventana del baño. Te va a dar un poco de trabajo, porque es un poco alto, pero si me sigues podremos entrar sin problemas.” Félix se acercó a la ventana. Era grande, y llegaba al techo. Poco a poco comenzó a ascender por la reja. “Sígueme, que no te pasará nada”. Subió, y subió, y el pequeño Maquiavelo lo seguía, con un poco de miedo, pero disfrutando cada segundo. Mientras más alto subía, su corazón latía más rápido. Ya estamos llegando.”  Félix entreabrió un poco la hoja de la ventana con su cabeza. “Vamos, dale rápido, están por llegar. Yo voy a abrir la ventana y tú entra. Es poco probable que me bañen a mi si me ven a fuera”. Maquiavelo apresuró el ascenso. Se escurrió por la ventana y le dijo a Félix “te veo horita”.
Félix bajo a toda prisa la reja, “están por llegar, están por llegar”. Brinco del alero de la ventana al piso. Cruzo el pequeño patio, y trepó la verja que dividía el mismo de una marquesina que no se usaba. Otro brinco al piso. Respiró profundo, ya estaba viejo para estos juegos. Corrió por la marquesina, y salió a la calle. Le dio la vuelta al apartamento, y se apresuró hacia la puerta. Ya llego, ya llego, pensó.  Y justo cuando se sentó frente a la puerta, escucho el motor del carro acercarse. Un minuto. Pasos suenan, poco a poco más cerca. “Félix! Como te saliste? Si yo cerré todo” dijo un de las amas. Abrió la puerta y entró. Maquiavelo comenzó a correr en su dirección, y justo unos tres pies de distancia, Félix maulló. Levantó su lomo y levanto su pata. Maquiavelo paró en seco, y se hizo el muerto.
“Ay, son tan adorables los dos. Cuando se van a hacer amigos por fin?” dijo la ama al verlos. Sonrió y se dio la vuelta. Mientras se alejaba al baño comentó: “Maqui tu como que hueles a chinchecito, y te hace falta un baño”.
“No me salvo ni aunque haga trampas” pensó el pequeño gato.

Colorado

I came here during a cold, cold winter (at least to me of course), and I’m leaving during a nice spring, feeling like I’m leaving family behind. I was some sort of scare, because it meant starting over. New friends, new job (station wise), and no car. Worry about how I would get to work. Scare of using the bus. Well, I never had to use it, because life put in my way awesome people that would give me a ride to work, to eat, to the bowling alley, and to happy hour. Oh, happy hour at the Boot, I’m so going to miss you. I made awesome friends, that truly have become a family to me. I will cherish all my moments here. Hanging out with my peeps from Skywest, to be honest, the most. I will always have Gabe in my heart, because we laugh so much and wanted to cut so many people up, and I will always remember our cooking sessions at Alex, Derek, and Blaine’s house. I will miss my weird conversations with Derek, always quoting a movie, a tvshow or pop culture. I will miss my Colorado wife Alex. Girl, you have become such a good friend, and I will miss our times at work and out of work. Having Blue Moons and trying to stick to a diet, this in my case never worked. I gained like 12-15 pounds here! I will hit the gym as soon as I get home. Blaine, you are so funny, and smart, and I will truly miss your Harry Carry impersonation of Will Ferrell’s impersonation, and all of your impersonations as well. Gustavo was and is my Peruvian guy with a soft soft spot for reggeton. Chinooo, tetita!!!! Sam, you are the sweetest guy I have ever met. Thanks for lending me your truck in my moments of need, for taking me and Emily shooting, and always, always have a smile, not just for me, but for everybody that crosses your way. Keep it like that, life has great things for you ahead. I will miss my people at the cafeteria that fed me most of the season without charging me for most of my breakfast and Cokes. You guys are the best. I will miss Alicia, Carrie and Breck in my mornings. You guys are way cool. Amber you are a super cool supervisor, and I love that we both are fans of Friends and we could quote phrases for different occasions. Thanks also for letting me “steal” your wireless this last week. Westell647 was so slow jajaja! I will miss my Continental/United girls too. Kathy and Paul, you are such a cute couple. I will waiting for you guys back at home for an amazing wedding I will cater. Deb, and her love for football. I have never met a woman that love that sport like you, I tip my invisible hat at you. Val, I love talking to you, and going out to dinner the other day was so great. I had a lot of fun. Susan (Susana) with her skiing and snowboarding. Trying to teaching me at the office how to fries and pizza, and your big big love for Rockaroonie. He was so amazing, especially when he sang Truly, Deeply, Madly. Greg was and is an amazing boss, and Kim is such a nice lady. You guys are such an amazing couple! My skycaps were so awesome. Bryan, Allen, Adrienne and Julianne (which for the first 2 months I kept confusing their names). You are sweethearts. Claire, which called me little one. I will miss your accent and your phone’s ringtone; I felt I was in a spa. My cleaning ladies, to whom I could speak in Spanish and the ramp guys, specially Gabe a.k.a Pretty boy one, and Jake  Mr. Pretty Boy 2, I’m still waiting for my poem about life at the ramp and the airport. Jenn and Lindsay from Delta. I wished we could hangout more. You guys are so cool and nice, also Mr. Sarge and Mrs. Newscaster, whom I never learned her real name. I will miss Kenny too. He was on my case everyday with baggage and making him BDOs or not having claims for him to deliver, or making fun of me because of my texting or calls with Emily during the day. I would specially miss Darcy, my roommate. I couldn’t have ask for a better roommate than you. You drove me around to work, to the supermarket, even to the movies. I will always have you in my heart, and Josh and Tori too. I felt like you guys were my family away from home. I had a great Christmas Eve, and day with you guys. And I will always have my Leggo buddy with me. I will miss Trish hair extensions, and even Andres’ guns. I feel that I have grown a lot here, not just professionally, but also life wise. I learned to eat new stuff, like jalapeño poppers, fried mac and cheese, elk meat and pickles, which I hated before. And to drink whiskey and pickle shots. Those are grrrreat!!! I will miss the cold weather a lot, and the snow. I always wore my long johns, till last week. I will miss those too. The only thing I won’t miss is my noisy neighbor Nicole. Girl, what the hell you are doing in that apartment? I hope you are very much in love, because I could hear you every single night.   
I go back home leaving a little piece of my heart here. And this is not a good bye, is more like and I see you later. I will be back to visit for sure. I’m eager to go home, see my family, my friends, my amazing girlfriend. I can’t wait to go back to work in San Juan with my old gang, and to school with my great great friends, and to the warm warm weather there. I came here all alone, and now I’m leaving with a big big family. Love you guys!