Me gustas, bastante. Eso es todo lo que tengo que decir.
Mis pensamientos random.No soy muy diestra con esto,solo se escribir lo que pienso exactamente igual como lo pienso.
domingo, 24 de mayo de 2015
domingo, 17 de mayo de 2015
Papi...
Hoy me puse a pensar que casi nunca escribo de papi.
Y papi es un tipo medio cool. Papi es una combinación física de Mario Bros con
Danny de Vito. Tiene unas cejas peculiarmente grandes y bien negras, y como
papi tiene el poco pelo que le queda canoso, se notan más.
Recuerdos con papi de pequeña son poco, aunque siempre
ha vivido con nosotros, pero es que papi trabajaba mucho, y los recuerdos que
tengo de él son mayormente relacionados a la comida o a Felicilandia.
Papi nos llevaba todos los viernes de cobro al
McDonalds de la 65, el que está antes de llegar a Escorial. Pedía un caja de
nuggets de 20 para él, mami, Fernando y para mí. A Ferdin le compraba Big Mac. A
mí me gustaba mucho ese McDonalds porque el parquesito estaba bien cool. Tenía
como un juego que era como las tazas locas, pero solo daba vueltas donde
estaba. Es decir, como si te pararas y te pusiestes a dar vueltas y vueltas y
vueltas. Yo salía súper mareada siempre, pero me encantaba. Hay gente que me
pregunta por cual motivo me gustan los nuggets de McDonalds. Pues porque me acuerdan a Papi, a los viernes familiares, donde aún y era inocente y no andaba preguntando cosas impropias.
Papi cuando peleaba con mami me llevaba a
Felicilandia, al lado de San Patricio. Ese era en mini súper low low Budget
parque de diversiones que había en mi época. Como un Chucky Cheese pero bien un-safe.
A mí me gustaba que pelearan porque eso significaba paseo, Felicilandia y Pizza
Hut. Un día se peleó con ella, y me dijo “vístete que nos vamos”. Yo me vestí
súper contenta, íbamos a Felicilandia, o eso pensé yo. Cuando nos montamos en
el carro, le pregunte a dónde íbamos. Papi me dijo que era una sorpresa. Yo le
dije que quería adivinar. Y empecé:
“Empieza con F?” – Lyrsa a los 9 años
“Si” – Papi cuando el pelo lo tenía más obscuro
porque siempre ha sido como Homero (2 pelitos en la cabeza)
“Termina con A?” – yo
“Si”- Papi
“Tiene las letras i-e-l?” – yo muy emocionada
pensando en que iba a montarme en los botecitos que estaban en la piscin llena
de agua y gasolina.
“Si” – papi un poco molesto con tanta pregunta
“Felicilandia?!?!?!”
“Nena no, vamos a la floristería a comprarle flores
a tu mamá”
A mí me dio un coraje, porque yo en mi inocente interés
de explotarle el bolsillo a papi en las maquinitas y Pizza Hut, nunca pensé que
era a la floristería que íbamos.
Papi nos llevaba a una pizzería que estaba en
Santurce, en la calle Pavía, llamada Eufrasio’s. En la vida yo me he comido una
lasaña más rica que la de ese lugar. Íbamos tanto, que ya los dueños nos
conocían. Papi siempre me pedía una lasaña con 7up. Yo odiaba la 7up. Nunca
supe porque papi siempre me pedía 7up, si a mí lo que me gusta es la Coca Cola.
Fuimos a Eufrasio’s hasta que cerró. Yo estaba ya en 9no. Pero recuerdo salir
de Sagrado par de veces en la tarde, ir a Tony Jordan’s en Centro Europa a leer
comics, luego ir a the Smart Shop y bajar a Eufrasio’s a comerme 2 slices de
pizza. Ya sabrán porque parecía una vaquita en intermedia y superior.
Papi nos llevaba mucho a Pizza Hut, lo he mencionado
par de veces. Siempre nos llevaba al de la 19, que todavía sigue allí, o al de
Plaza Carolina. Pero el mejor día fue cuando fuimos solos a comernos una
Stuffed Crust cuando salió por primera vez. Me acuerdo que me dio $1 para que
jugara Puzzle Bubble en lo que salía la pizza. Good times!
Papi me dio como 3 veces en mi vida, y ninguna fue
bonita. La mejor fue cuando en San Vicente lo llamaron a decirle que estaba
colgá en Español. Que siempre estaba leyendo libritos de la biblioteca en vez
de leer Isla Cerrera. Así mismo como Casañas le dijo eso, así él le dijo que le
abriera la puerta de la oficina de Padre Evaristo, y empezó a quitarse la
correa. Sí, porque papi siempre me había dicho que como el tuviese que llegar
tarde al trabajo porque la maestra lo llamaba, me iba a dar la pela en la
escuela delante de todos. No me dio la pela porque Casañas no le quiso abrir la
oficina, pero en casa soné como pandereta pentecostal.
Papi me dejó de hablar cuando por primera vez me
hice un boy haircut. Yo tenía el pelo por la mitad de la espalda, y llegué con
un cerquillo (no fue mi culpa. Quería hacer un statement, pero no así de
fuerte). También se enchismó cuando me hice los tatuajes, y el septum. Papi
cuando se monta en mi carro, dice que huele a barra de Rio Piedras.
Papi todavía se desespera un poco conmigo, porque yo
me desespero con él. Muchas veces se me olvida que tiene 72 años. Saben cuántas
veces le he explicado cómo usar el celular, Pandora, Facebook, o viajar stand
by?
Mano, pero papi me cambia la batería del carro
cuando se me jode. Papi me apoyo 200% en mi aventura con las artes culinarias.
Papi cuando hace arroz con salchicha me invita, aunque siempre tenga que
recordarle que odio el arroz con salchichas.
Papi es un tipo que siempre está bien oloroso, tan
oloroso que muchas veces después que se baña en perfume, me da alergia y no me
le puedo acercar. Por eso me gusta el pinito de Black Ice de los carros, me
acuerda a un perfume de esos olorosos de papi, pero que no me da alergia. Sé
que es un pinito de cacos, pero me acuerda a papi, no es mi culpa.
Papi es un tipo musical. Tiene una colección gigante
de LPs, y cuando era más joven, tenía timbales, congas, bongoses, piano, y
demás. Papi construyó todos los arreglos de la casa de Carolina, con la ayuda
de mis hermanos. Todos los sábados tenían que virar cemento porque había que
hacerle un canto nuevo a la casa. Después de tomar la clase de arqueología histórica,
me doy cuenta de algunos pequeños fallos de construcción, pero igual. Él se
tiró todos los cambios mayores solito.
Papi es loco con los cruceros, contrario a mí. Le
encanta la sopa de jamón y salchichón, pero mami no deja que la coma por los triglicéridos.
Papi es un tipo serio, pero coqueto a la vez. Hay que tenerle miedo. Recuerdo
estar en un taller de mecánica cuando me chocaron el carro con él, y ambos
estar coqueteándole a la secretaria.
Papi no sabe que soy lesbiana. Nunca he sentido la
necesidad de decírselo, siempre he asumido que él lo sabe. Un día le pregunte
si había un fund para mi boda, y me dijo que no. Que cuando uno llega a los 25
y no se ha casado, los padres ya no son responsables y que si quería boda, que
la tenía que pagar yo. Además, que con ese dinero había comprado el apartamento
de Isla Verde, que si quería casarme, que me casara en el balcón.
Yo no sé cómo decirle a papi que me voy a Boston,
ahora que lo pienso.
Estos somos papi y yo, en el 2008.
domingo, 10 de mayo de 2015
La niña sin nombre
Hace poco una amiga me preguntaba de donde habían sacado mi nombre, pues es un poco inusual. Todo el mundo piensa
que tiene alguna correlación con el nombre de mi madre, que es María Luisa,
pero no. Mi nombre es de una fábrica.
Si, de una fábrica de sabanas de bebé, y aquí les va la historia…
Asumo que era una
noche de diciembre-enero para principios de los 80, mis papás no beben, así que
no pude ser producto de una borrachera. Quizás la cuenta les salió mal, y nueves
meses después llegué yo.
Siempre he pensado
que fui una metida de pata por varias razones:
1-
Mi madre
tenía 32 años cuando salí por el canal uterino gritando como demente, y papi
tenía 39. Que en esta época eso no es nada. Es más, esa es la edad donde
usualmente ahora la gente empieza a parir. Pero yo soy la tercera, y mis
hermanos me llevan 13 y 9 años respectivamente.
2-
Yo
estuve literalmente un mes sin nombre. Por eso es que aún hoy día, papi me
presenta como la nena. Estaban tan readys esperando por mí, que no pudieron
cuajar un nombre para cuando esta pichona saliera a conquistar corazones.
3-
Cuando
yo llegué a la universidad, el College Fund ya se lo habían gastado mis
hermanos, así que yo he tenido que sudarme la frente trabajando desde
chamaquita para poder pagarme mis estudios. Y sí, me han tomado toda una vida,
como diría Antonio Machín, pero me lo debo a mí. Trabajando el “turno del
chillo” (este turnito es conocido usualmente por el nombre de “red eye” que es
rompiendo noche. Asumo que no tengo que explicar por qué le dicen el turno del
chillo), teniendo que darme de baja de clases, repitiéndolas, pero me he fajado
yo solita, sin la ayuda económica de nadie.
4-
Mami ya
no tenía paciencia para corre y corres.
5-
Muchos
de mis juguetes, bicicletas, teresinas y demás, fueron heredado de mis
hermanos. Que ya tenían 13 y 9 años de uso previo.
Mami siempre me ha
dicho que ella anhelo tener una nena, para ponerle trajes, carteras y lazos.
Para llevarla a las clases de ballet y modelaje. Para tener una aliada en la
casa. Pero bendito, el tiro le salió por la culata. Yo detestaba los trajes y
los pantyhose. No había dios griego o romano que me hiciera cargar una cartera
y siempre me arranque los lazos y los sombreros. En ballet nunca di pies con
bola. A pesar de tener tremendo swing, y bailar como un trompo, eso de hacer “plie”
y “pasé relevé” no era mi fuerte. Tampoco quería hacer un split, yo
literalmente pensaba que me iba a “split” por la mitad y me daba miedo. El
modelaje fue un desastre. Yo era una salvaje. A mí me gustaba trepar palos y
verjas. Correr como una demente en la escuela. Jugar pelota, baloncesto, al
pillo/policía, rescate y demás. Me desesperaba que me trataran de enseñar que
no debía sentarme en el piso (y lo sigo haciendo, y seguiré. A mí me gusta el
piso, la grama), que tenía que cruzar o cerrar las piernas si usaba falda, y
que una jovencita nunca se ríe duro. Yo soy “loud”. Un estruendo de alegría,
excepto cuando me sacan de mis casillas. Ahí, ahí mejor usted dese la vuelta y déjeme
tranquila, puede que le vaya mal. En fin, nunca fui o seré la “nena” que mami
quería, y creo que luego de 33 años, ya ella se dio por vencida. Me da por
incorregible, por violadora de leyes, por ser quién rompe la norma, tanto en
casa como en la calle. Yo me le salí del molde, y ella no tuvo más remedio que
aceptarlo, y a la malas.
Pero volvamos a la
historia del nombre. Mami esperó con mucha ilusión a esta pichona que resultó
ser todo lo que ella no quería: habladora, más inteligente que ella y papi
juntos, lesbiana, que no cree en la religión organizada (“mama, tu no oras por
las noches?” “no mami, yo no oro ni por la noche ni por el día. Yo de vez en
cuando hablo con mi ángel, pero yo creo que él me pichea”. “mama, desde cuando tú
no vas a la iglesia?” “mami, no voy a la iglesia desde la última vez que me
viste en ella”), que no creo en muchas leyes/normas/reglas que impone la
sociedad, y que vivo como a mi mejor me parece: respetando a los demás y respetándome
a mí (si, a mí no me vengas a pedir respeto alguno, si tú no estás dispuesto a
respetarme). Y ella quería ponerme un
nombre especial, algo que simbolizara toda esa ilusión que ella tenía para con
ese feto que cada día crecía más y más. Que le daba mala barriga y la pateaba
fuerte y constantemente (como queriendo decirle “I’m strong girl! No trates de
domarme porque no vas a poder).
Mami se había
decidido por varios nombres según ella, lo cual demuestra que no se había
decidido nada porque cuando tú sabes el nombre que quieres para tu hijo/a, lo
sabes desde que tiene 5 años y te dicen que eres nena y tienes que ser madre
(yo no quiero hijos, al menos no tengo ese “baby fever” que muchas tienen. Pero
si fuese a tener hijos, se llamará Sebastián Pascual, en honor a abuelito
Pascual o si es una niña Aimeé Sofía, porque me da la gana).
Primero quería
ponerme María Fernanda. Porque Ferdinand/Fernando son los nombres de la casa.
Pero mi hermano Fernando le dijo que no, que Fernando era su nombre. Después
pensó en Paula María o María Paula, porque todas las niñas se deben llamar
María, en honor a la virgen (señalo que mami fue católica como 3 años, cuando
era chamaquita. Después se fue a la iglesia Adventista, y después a la
Presbiteriana, así que no hacía sentido eso de la virgen ante mis ojos). Pero
le dio cosita porque decía que abuela Carmita se iba a molestar porque Paula
era el nombre de mi abuela materna, y no sería justo. Así que estuvo ponderando
y ponderando a ver qué nombre especial, para una metida de pata especial iba a
usar.
Nací un 12 de
septiembre de 1981, a las 6:40pm en el Hospital Pavía de Santurce, cuando Pavía
era algo cachendoso, como González Padín (la tienda favorita de mami, por los
siglos de los siglos amén. Nunca nada se podrá comparar con GP ante los ojos de
mami). Según me cuenta, ella rompió fuente a eso de las 5:40pm. Papi la llevó
corriendo al hospital, mejor dicho, volando. Porque ya vivíamos en Carolina, y la
Baldorioty en esa época era una avenida llena de semáforos. Llegaron a las
6:00pm y rápido la pasaron a una sala donde estaban todas las mujeres a punto
de parir. Mami me cuenta que fue al baño y que cuando se dio cuenta, ya mi
cabeza estaba casi fuera. Cuando llamó a la enfermera a decírselo, las mujeres
que estaban en esa sala comenzaron a gritar que “se le sale el bebé”. Rápido la
metieron en la sala de parto y ella empezó a preguntar por Felo. Felo es mi
papá, que estaba detrás de ella, pero como ella estaba kinda crazy with hormones
and pain, le decía a la enfermera que llamara a Felo. La enfermera le decía que
estaba ahí, detrás de ella. Pero ella insistía que no porque “es que él es
blanco y este señor es negro”. Mi hermano, si usted ha visto a papi, sabe que él
no es tan blanco ná. La tshirt que se pone debajo de la camisa es lo único
blanco que tiene. Pujó dos veces y ahí salí yo. Quedándome con la sala parto y
eventualmente con todo lo que pasará a mí alrededor. Me pusieron “Baby girl
Torres-Vélez” en una tarjetita, y así me quedé un mes.
Cuando nací, fui la
euforia familiar. Hacía años no nacía una nena en la familia. Antes de mí,
viene mi prima Kathy, que estoy casi segura que me lleva unos 17-20 años (y si
no es así, Kathy perdóname). Todos tenían que ver con el mucho pelo que tenía,
lo chiquitita y rosadita que era la nena. Pero la nena no tenía nombre. Abuela
Carmita quería que me pusieran Alika, porque era el nombre de un personaje de
una novela rusa que estaba viendo, pero mami le dijo que no, que en la escuela
me iba a decir Alicate. Abuelito Pascual llamaba todos los días con nombres
nuevos. Todos de la realeza. Él era un avid fan de la Hola y todo lo monárquico
“Ponle Sofía, como la reina de España y Grecia”. “O mejor, Carolina, como la
princesa de Mónaco”. Mami seguía insistiendo que no, pero los días pasaban y yo
seguía sin nombre. Un día en el pediatra estaba viendo una revista de esas de cómo
ser mejores padres o algo así, y vio
algo que le llamó la atención: Sabanas de bebé, marca Lirza. Eran unas
sabanitas de bebé con encajes, fabricadas en España. Luego de ver varias veces
el nombre, dijo “Este es el que ‘e”. 30 días después de haber nacido, fue el
registro demográfico a inscribir a la muchachita como Lyrsa María Torres Vélez,
hija de doña María Luisa Vélez Orengo (que deseaba a la niña más bonita,
inteligente y educada del mundo) y de Don Ferdinand Torres Morales (que solo
quería que se decidieran por un nombre para no seguir llamándome “la nena”).
Nadie tiene mi
nombre, de lo original que es. No hay tazas con mi nombre. No hay llaveros.
Nada. Nadie sabe cómo pronunciarlo, siendo algo tan sencillo “como Lisa pero
con una erre en el medio”. Menos escribirlo. Mi pobre abuela Carmita y abuela
Monse nunca pudieron. Siempre fui Nilsa o Irsa. El único que siempre supo cómo
era fue abuelito Pascual (igual, que si lo escribía mal, se lo perdonaba porque
la tarjeta de cumpleaños, aunque estuviese mal escrita, siempre iba a tener un
billete de 100 dentro). Abuelita Paulina siempre me dijo la nena. Incluso, el
día antes de morir, me colaron a su cuarto en Pavía (yo tenía 10 años, y no
podía subir a verla nunca) y abuela se levantó de momento, algo que no hacía en
días y dijo “la nena”. Se sonrió, cerró los ojos y se acostó. Nunca más volvió
a despertar. Lo último que vio fue a la nena.
Como dato final, mi
madre me tiene una serie de apodos acorde con lo que esté pasando en el
momento:
Lyrsa - cuando todo está normal, a pedir de boca
Lyrsa María Torres
Vélez – para cuando está furiosa
Torres Vélez – cuando
está bien bien furiosa
Mama – cuando quiere
algo
Macuqui – cuando estoy
enferma
Macuquita – si estoy
bien bien enferma
Perla o Perlita de mami– cuando estoy
de mal humor tirada en la cama haciendo nada (esto acompañado de un abrazo de
oso y muchos besos que después me limpio)
La nena – cuando habla
de mí con Papi
Mira
*%&#(#$&% *#$&% @*$#$(# - cuando ha perdido la chaveta
completamente, y yo también…
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