sábado, 18 de junio de 2016

A Papi: Sobre Papi

Papi, con mi hermano menor Manix. 1993



Este es Papi, Pá, Felo, Ferdinand, Don Fernando, Torres, Don Felo, Hermano Ferdinand, Don Lyrso o Don Papá de Lyrsa. Papi fue el que me enseñó a cambiar las gomas del carro, hacer el cambio de aceite y filtro, el distinguir el ruido de la polea, de las botellas, a echarle coolant al carro y que cada cierto tiempo tengo que echarle Coca Cola a los polos de la batería para que no se dañen. 

Papi de chiquita me dejaba comerme el batter del pan de maíz o de los bizcochos, sin impórtale que tenía huevo crudo y podía darme salmonela. Papi me dejó perder en Plaza un sábado antes de las madres cuando tenía 4 años, y mami por poco lo mata, aunque aparecí 2 horas después sentada en Kress dando chiste con las empleadas. Cuando tenía 5 años quería ser como papi, así que cogí la navaja y me afeite “el bigote” y me rajé la cara, después no sabía dónde meterme. También veía Cagney and Lacey con él, y me ponía sus calzoncillos. 

Papi me enseño hacer pancakes a los 6-7 años, y jamás volví a salir de la cocina. Papi es un místico para comer, y nada le gusta, a menos que se lo de yo a probar. Papi es loco con mis chuletas a la jardinera. Papi ama el arroz con salchicha, que yo tanto detesto. Papi me enseñó a hacer BBQ, aunque nunca me queda como a él, y a mitad de camino, muchas veces se me apaga el carbón. 

Cuando era chiquita, papi me llevaba a pescar al muelle que está en el Paseo la Princesa, que en verdad lo que pescaba eran latas y basura, pero pasábamos un ratito nice él y yo. Claro eso implicaba que me iba a llevar a comer los hamburgers de “Morovis” que a mí no me gustaban porque usaba pan de sobao y en mi pequeño mundo eso no hacía sentido.

Papi me trató de enseñar matemáticas, pero fue un fracaso, peleábamos más de lo que aprendía. Papi también me llevaba mucho a Felicilandia y después a comer chinos en Star Cream. En los veranos, me llevaba con él a Buchannan (su trabajo) y me hacía hot dogs con kétchup de desayuno, me compraba Texas Fries en Los Changuitos de almuerzo y después me dejaba en la bolera con $20 para que pasara la tarde en lo que él salía. 

Papi todos los wikenes hacía maratones de películas que alquilaba en el video de la calle de más abajo, y nunca podía falta Vacations. Papi era fan de Porcel, pero no me dejaban ver las películas porque salían mujeres esnúas (claro, yo me sentaba en el piso y le decía que me iba a tapar los ojos cuando salieran las mujeres en tetas, pero eran mentiras, la veía haciendo trampa). También era fan de Cantinflas y Tintan. Papi es un musicólogo, y en casa siempre hubo desde pianos hasta timbales. No hay instrumento musical que él no le meta el swing. 

Papi me ha dado 3 veces en la vida, y ninguna de esas pelas se me ha olvidado. Papi quiere que me deje de hacer garabatos en la piel y rotos innecesarios. Dice que no voy a conseguir trabajo, siempre le tengo que recordar que tengo trabajo desde los 16 y nunca he estado desempleada. Papi es un coqueto, y en eso salí a él. Papi siempre anda buscando especiales y descuentos, y se pasa regateando los precios, aunque al final pague full price. 

Papi me llevó 3 veces a Disney, aunque claramente recuerdo las últimas dos. Esto porque se dedicó hacer sándwiches para no comprarnos comida en los parques y yo andaba con un backpack lleno de comida que a media mañana estaban machucadas e incomibles. Igual nos la teníamos que comer. Un día en Universal le dije que estaba harta de los sándwiches, que yo quería comerme algo en el parque y que no iba a comer si era del bultito. Me compró un hamburger, y era como un salad bar y le dije que solo le echara kétchup. Por poco me da un bofetón y me dijo que había pagado $15 por el y que le iba a echar hasta la madre de los tomates. El terminó comiéndoselo porque yo no podía más. 

Papi me iba a arreglar cada despingue que se formaba en el apartamento, aunque par de veces despingó más las cosas. 

Papi es un viajero stand by frecuente, pero cada vez que viaja hay que explicarle el proceso una y otra vez. A papi lo he escuchado llorar una vez, cuando una idiota en Newark lo insultó por ser standy y decía que andaba molestando por el asiento, lo cual dudo mucho. Me llamó llorando. Me dieron ganas de montarme en un avión y darle 3 galletas a la tipa. Papi está maravillado porque en Jetblue le dan la lata de refresco completa y en Delta y Southwest no. 

Papi no me presta su carry on, su maleta, su computadora, su cámara o su carro, porque dice que yo los voy a romper. Papi me sacó una American Express cuando entré a la UPR, que la maxié yendo a Sizzler con Raúl y Tuto y comprando libros en Borders. Me la picó en cantitos, pero me enseñó a tenerle terror a las tarjetas de crédito y las que tengo las uso cuidadosamente. 

Papi dice que yo no se guiar, pero esta foto demuestra a quién salí en eso. Hasta Amaranta 
tiene cara de terror.


Papi me dio 2 carros antes de comprar el Yaris. Los dos los esbaraté de las paletas que le di y por no cuidarlos (claro, hay que contar que mi primer carro tenía ya 15 de uso). Cuando fui a comprar mi primer carro, quería un hatchback, pero él pensó que no era segura “porque tu guías como los locos” y aunque yo solo había ahorrado para el hatchback, el me completó para el 4 puertas que aún tengo. Las pocas veces que he chocado, llega a la escena como demente pensando que he sido yo la culpable, y después de barrer conmigo, se da cuenta que no es mi culpa y va a pelear con el otro. 

Papi se cayó del techo hace 26 años un 31 de diciembre, y por poco se muere. Papi pelea por todo, y siempre usa el dedo como muletilla para sentirse no sé, con poder. Yo en verdad lo que hago es vacilármelo cuando saca el índice y empieza a moverlo como demente. 

Papi a ciencia cierta no sabe que soy lesbiana, pero creo que se lo imagina por la cantidad de amigas cuestionables que tengo, pero jamás ha sido grosero y mal educado con ellas, al contrario. Se sorprende cuando me pongo maquillaje, o me pinto las uñas, como ayer. Papi siempre me dice “la nena” y cuando le preguntan mi nombre hasta se le olvida de momento. Cuando era chiquita, bueno hasta hace unos años me cantaba “Esta nenita de papá…que está pesaita”. 

Papi todas las mañanas, me abre la puerta del cuarto, me apaga el televisor y saca a Maquiavelo y Amaranta, les da comida y juega con ellos un ratito, aunque se pone histérico cuando Amaranta agarra una paloma. 

Ayer Papi me dio como 4 páginas con diferentes apartamentos, todos pet friendly, “para que empieces a llamar, y no lo dejes para lo último como haces con todo”. 

Hace poco estaba leyendo unas evaluaciones que me hicieron en diferentes años de mi vida escolar. El factor común en todas era: A pesar de que no se identificaron conflictos significativos hacia la figura paterna, Lyrsa expresa necesidad de que éste se identifique más con ésta. La niña lo percibe como punitivo y poco accesible. Desde el día que leí esas pruebas, me puse a pensar que muchas veces he sido injusta con Papi, y que realmente su personalidad y la mía son bastante parecidas. Somos graciosos, inteligentes, coquetos, bastante territoriales con nuestras cosas. Cuando hacemos un trabajo, queremos que sea perfecto. Nos encanta el chiste y el relajo, en especial el humor negro. 

Yo no sé qué voy hacer en Boston sola sin Papi. Porque la clara es que Papi, a pesar de ser sumamente estricto, siempre me ha tongoniado con lo que yo quiera, aunque Mami diga que no. Siempre se ha ido por encima de ella para complacerme porque soy “la nena”. Y esto causa muchos conflictos porque mami dice que ella queda “Como la villana de la película”. Y al final viene siendo cierto eso de que “las nenas son de Papá”. 

También he pensado mucho estos últimos meses que Papi ya está vieji, tiene 73 años. Le está saliendo los achaques y manías de viejito. Se le olvidan par de cosas, va mucho más al médico y me preocupa. Yo no quiero que Papi se muera nunca, porque yo no sé qué voy hacer sin Papi. Que nos vamos hacer los 4 y la trullita en miniatura sin Papi, pero es la primera vez que verbalizo, o mejor dicho, escribo esto.

Papi, gracias por el amor, a tu extraña y jocosa manera. Gracias por soportar mis arranques de locura y apoyarme en mis decisiones absurdas y no tan absurdas. Te amo.


Estos somos Papi y yo en la Regata Colón 1992. Yo siempre pensé que Papi era alto, pero no, es que yo era chiquita.



miércoles, 1 de junio de 2016

La vecina

Hay una vecina en el área donde vivo que es un poco extraña. Desde hace poco, ocupa el apartamento de la esquina, con otra chica más o menos de su edad, pero un poco más delgada. La vecina se levanta temprano y mueve su carro de forma horizontal a su ventana, porque los papás de los niños del colegio de la esquina la levantan cuando, indebidamente, estacionan al lado de la misma y tiran las puertas de los carros mientras hablan sin parar: “Andrea Sofía, dejaste la lonchera dentro del carro” “Mira nene, te he dicho que no comas galletas en la guagua que me la ensucias”. Seguramente si hubiese sabido ese detalle, no se mudaba.

La vecina ha tenido problemas con el apartamento desde que llegó. La primera noche por poco la prende en fuego cuando la estufa tuvo un corto circuito mientras cocinaba. Se puso a gritar como loca, y al usar el extintor por poco se asfixia, pero logró controlar la situación, y eso que estudia “cocina”. La noche siguiente, para su pesar, estaba sola en el apartamento. La compañera de piso había salido a darse unas Medallitas con unos amigos en común, pero ella decidió quedarse. Justo antes de irse a dormir, hubo un tiroteo justo en la esquina, y eso, que se había mudado al “área buena de Rio Piedras”. Como no estaba acostumbrada a ese tipo de eventos, prendió la luz y se asomó a la ventana. Luego pensó que quizás la habían visto los del tiroteo, y la iban a matar por presentá. Estuvo una semana sin dormir. Hace como dos semanas, sin aparente razón, el fregadero explotó y el apartamento se le inundó. La vieron toda la noche exprimiendo toallas en el balcón y diciendo “Pero si a mí lo que me gustó fue el closet y la loza del piso”. Tan to lío por un "casi walk-in closet”.

Hace unos días la vecina llegó con un gato negro de ojos anaranjados, al que llama Maquiavelo. Aparenta ser su primer gato. Dice que en su casa siempre hubo perros, pero ella siempre quiso un gato y lo estaba intentando, pero la transición no ha sido fácil. El gato no la deja dormir. Dice que tiene como un motor por dentro prendido que nunca se apaga, y que se le acuesta en el cuello on el cabeza, y entre el calor y el ruido no sabe que hacer. Le acuerda a las turbinas de los aviones cuando trabajaba en el aeropuerto. Con todo y eso, la vecina aparenta estar loca con el gato. Tan loca, que lo saca a pasear con cadena, como si fuese un perro. Costumbre perruna pudiésemos decir.


Aparentaría que estoy pendiente a la vecina nueva, pero no. Lo que pasa es que la vecina nueva soy yo, y seguramente esto es lo que piensa la vecina del frente, que trabaja en las noches y también tiene un gato.