viernes, 14 de noviembre de 2014

Mi amor...de sexto grado.



A pesar de ser un poco extraña toda la vida, nada me hace más rara como mis primeros dos amores en la vida. Claro, que yo no sabía que era amor lo que sentía, bueno quizás unos crushes intensos, hasta muchos años después, cuando até cabos y pude definir con más claridad estos sentimientos. Recuerdo que mi primer amor fue mi maestra de religión en el Colegio. Estaba en sexto grado, y había llegado nueva a la escuela. Mi madre me había dicho que esta era una nueva oportunidad. Nunca había sido muy  aplicada a pesar de ser una persona catalogada como brillante, según esas pruebitas que hacen años tras año en las escuelas (también, cuando estaba en Kinder, enconré un error en una prueba de esas, y ese ha sido el referente. Mi madre no ha superado eso, y cada vez que cometo alguna imbecilidad, me remonta a la dichosa prueba, y que no entiene como hago las cosas que hago. Yo le digo que por eso mismo, que mi "brillantez" me hace muy creativa). Tampoco sabía cómo comportarme en un salón de clases por los comentarios de mis maestras durante los días de visita de padres. Ellas decían que yo siempre estaba hablando y caminado por el salón. Claro, yo le decía a mi madre que las maestras eran unas mentirosas porque yo nunca hablaba o me paraba. Ahora de adulta, cada vez que pasan seis meses en mi trabajo y vienen las evaluaciones uno a uno, me doy cuenta de que siempre tuvieron razón, pues son las mismas cosas que me dicen a mi mis superiores. “Eres magnífica persona, muy servicial, muy atenta y dispuesta, pero siempre te distraes, o te vas a pasear”. Cada seis meses siento que soy mi madre, y que voy a la charla con los maestros.
 Aparente soy un amor, pero siempre tengo que mejorar. Esto también me lo dicen mis amigos, mis antiguas parejas. “Tú nunca te callas” ”Tienes una historia para todo”. El detalle de esto es que no solo hablo hasta más no poder mientras estoy despierta, sino que para colmo de males y frustración para las que han compartido mi cama, tampoco me callo cuando duermo. Si, hablo hasta en el sueño, al igual que mi hermano mayor y mis sobrinos. Es muy gracioso verlos murmurando cosas mientras duermen. Claro, no debe ser gracioso para los que tratan de dormir a nuestro lado.

Pero volviendo a los amores, mi primer amor fue esa maestra de religión. Su nombre sonaba tan delicioso en mis labios a los 11 años. Como Nucita, aunque a mi siempre me gustó la Nutella a pesar de que ahora esta overrated. Era la única clase donde me sabía comportar, donde hacía mis tareas a la perfección, participaba constantemente en clases. Siempre quería sobresalir positivamente antes los ojos de ella. A esa edad no sabía que estaba haciendo lo que todo el mundo hace cuando comienza una relación con alguien: tratar de ser perfecta para engancharla y que no me dejara jamás. Tu sabes, esos meses en los que ni vas al baño, para que no piensen mal de ti, como si esto no fuese un hecho natural y biológico en cada ser humano. Fue un semestre delicioso. Me perdía en sus ojos verdes, en el dulce sonido de su voz. 
Pero como es usual, todo lo bonito acaba. Cuando regresamos del receso de navidad, ella se había casado y tuvo la osadía de traer el álbum de bodas y enseñármelo. No sé por qué. Aunque con el pasar del tiempo he descubierto que por alguna extraña razón, las personas sienten la gran confianza de contarme sus intimidades sin yo pedirlas. Quizás como soy tan abierta con quién y cómo soy, sienten que pueden decirme sus interioridades tranquilamente. Cada vez que pasaba una página, sentía el puñal entrando en mi pecho, sin ningún tipo de respeto por mi pobre y joven corazón. Esa tarde me sentí como Bart Simpson en ese episodio en el cual se enamora de la niñera y ella como está enamorada de otro le mete la mano en el pecho a Bart, le saca su corazón y le dice “Ya no necesitas esto”. 
Decidí no hacerle más caso, ya estaba perdida. Así que volví al patrón de “portarme mal”. Comencé a caminar de nuevo por el salón, a dar vueltas como una demente molestando a los demás, y hablando sin parar y sin pedir permiso. Cuando fue la reunión de padres ni mi madre ni la pobre maestra entendían que me había pasado. A esa edad no podía explicar claramente mis sentimientos, pero ahora si:

Querida madre, en 6to grado, luego de estar un semestre portándome bien para impresionar a Mrs.Burgos, ella se casó, y ya no tenía por qué portarme bien. Mi actitud fue una mandá pal carajo, de la única manera que sabía hacerlo a esa edad, jodiendo por el salón y hablando disparates como El niño que enloqueció de amor. Ahora es más fácil, simplemente hago como toda lesbiana demente al final de una relación: "Te puedes ir al centro del carajo, desaparece! Ya no tienes mis beneficios de viaje. Si quieres llegar a Nueva York, empieza a nadar desde el Morro a ver si llegas. Cabrona!"

viernes, 24 de octubre de 2014

Salchichas Carmela, por qué te empeñas en seguir en mi vida?



Este mes se cumple un año desde que volví a la vida de soltera. No ha sido un año fácil, es de esperarse cuando termina una relación que uno no quería que terminase. Pero poco a poco hemos salido a flote, igual que las botellas de Coca Cola o Pepsi que la gente tira en las playas (si tú eres uno de esos, cierra esta página, y jamás vuelvas a leerme. Puerc@!).

Los primeros meses fueron los más duros. Añádale que además de perder un amor, justamente a las pocas semanas de andar sola y aburrida, en mi trabajo me dieron un leave no solicitado por 2 meses, y ese trimestre solo tenía una clase, para colmo los miércoles. Cabe señalar que odio los miércoles, porque por muchos años los miércoles eran mi viernes, y ahora los miércoles son mi domingo. Suena complicado, lo sé.

Estuve esos primeros 2 meses comiéndome un cable en casa de mami. Volví a Caromordor porque al no tener trabajo, mis ahorros eran para pagar el apartamento, y no había para hacer compra. Siendo chef podrán entender que yo no puedo sobrevivir dos meses a salchichas Carmelas, galletas Export Soda y juguito de Guava-Piña. Mi estómago aspira a más que eso, mucho más, pero a papi le encanta el arroz con salchichas y las salchichas guisadas, así que varias veces sufrí esta mudanza temporal.

Mi semana se basaba en:

-Lunes: levantarme como a eso de las 2pm, apagar el aire y sacar a Maquiavelo al patio. Verificar si había alguien en la casa. De estar sola, salía al patio a fumarme un cigarrillo (si si, no tiene para comida pero tiene para los cigarrillos). Luego hacerme algo de comer que no envolviera el uso de salchichas Carmelas. Volver a la cama y ver Orange is the New Black, The Office, Friends, Chelsea Lately y The X Files. Salir de la cama nuevamente a darme un baño y comer algo que involucrara salchichas Carmelas o Pollo Tropical (si, mis padres tienen tarjeta de cliente frecuente con Pollo Tropical). Tomarme 2 Panadol PM. Llamar a Maquiavelo, prender el aire y volver a la cama.

-Martes: Mismo patrón del lunes.

-Miércoles: Mismo patrón del martes con cambio a las 4pm, que empezaba a vestirme para ir a clases. Tomar laboratorio de Baking 2 hasta las 9pm. Salir de clases con las nenas y para en Yoli a comprarme unas Medallas (recalco que muchas veces las nenas me invitaban, andaba bien pelá en ese momento). Llorar y hacerles el cuento triste de como mi vida era un desastre. De cómo me sentía luego de romper con la persona que pensé que pasaría el resto de mi vida junta. Con quién tenía planes futuros. Llorar un poco más porque no tenía trabajo, y Baking 2 era una mierda. De que quería guindar de la campana a Joe-Joe y darle con el pin roll a Lady Gaga (estudiante bastante flamboyant que tenía el pelo violeta. Muchas veces llamado La Mujer Maravilla. Esto no era de manera despectiva. Tenía el pelo violeta y andaba con un bulto de la Mujer Maravilla. Total, era bien huelebich). Y mis nenas, mis fieles nenas pasándome la mano y diciéndome “------ es una pendeja. Tú te mereces el mundo. Si, estás algaro, no te callas la boca y siempre quieres sacar A, pero te mereces todo el mundo. Olvídala”. Llegar bastante borracha y con los ojos llorosos a casa de mami. Llamar a Maquiavelo. Bañarme e irme a la cama.

-Jueves: Mismo patrón del lunes y martes, añadiendo que mi madre me preguntase 3 o 4 veces si estaba bien, y recordándome que nadie me merece. Porque yo soy su bebé y todo va a estar bien…Mentira! Solo me preguntaba 2 veces. A la tercera entraba al cuarto, me apagaba el aire, me halaba la sabana y me gritaba que no podía seguir así, que ya llevaba un mes en esa mierda. Que si, que la gente se deja, que uno sufre, pero que me acordara de las palabras de mi mujer y futura amante Carmen Yulín (Si, Carmen Yulín habló conmigo a los dos días de la ruptura. La he atendido varias veces en el aeropuerto, y siempre es bien chévere conmigo. Claro, ella no sabe que todas las veces que habla conmigo, está hablando con la mujer de su vida. La que le va a cocinar bien rico todos los días, le va a dar un sobito en los pies cuando llegue de las caminatas por San Juan sin importar que los pies no le huelan a Dream by GAP, y otra intimidades que no voy a publicar aquí, pero que la van a poner a gozar. Si, siempre me han gustado las mujeres con poder o cierto poder). Carmen Yulín me dijo que más adelante vive gente, y con casa frente a la playa (palabras textuales y tengo testigos, verdad Lummy?). Que yo era muy guapa y que todo iba a estar bien. Esto luego de preguntarme si había sido un chico o una chica quién había roto conmigo, y sobándome el brazo. Salía de la cama, para irme a la sala y sentarme en el sofá a lo mismo. A la nada.

-Viernes, sábado y domingo: Repetición de los demás días.

Me fui de fin de semana a ver a Doña Maribel. Mi amiga del alma, la incondicional en las buenas y en las malas. La que me lleva a Publix a comprar Dip de Buffalo Chicken con LandSharks y se lo come conmigo jugando Cards Against Humanity. Pero esto tampoco logró levantarme los ánimos, y miren que nos reímos viendo The Little Couple…a lot.

Luego de dos meses, me volvieron a llamar del trabajo. Dejé nuevamente la casa de mis padres, y atrás quedaron los arroces con salchichas Carmela y el aire acondicionado. Comencé de nuevo, en el Red-Eye. Era mejor que nada. Volvía a ver a mis compañeros, a mi esposo Bryan, a los clientes peculiares, a Yulín (si si, una noche llegó en un vuelito de Boston, y literalmente me hizo la noche verla). Ahí fue donde conocí a mi amigo Mario. Yo le digo Mario Bro, en alusión a Mario Bros. Pero él no es plomero, gordito, bajito o italiano. El contrario, es bien boricua, alto y con un candado bien chuchin. Fue Mario Bro el que me dijo que tenía que empezar a conocer gente. A invitar a chicas a salir, aunque no tuviésemos química. Pero tenía que get back into the waters. Así fue como conocí a mi amiga Cindy.

Continuará...